Nos guste o no, las personas mayores conforman un grupo hacia el que la sociedad mantiene estereotipos negativos relacionados con su funcionamiento cognitivo, capacidad de memoria, funcionamiento social y biológico. Esto hace que en general, se mantenga una percepción del envejecimiento poco real y focalizada en los aspectos negativos. Varios estudios señalan que existe la creencia de que las personas mayores no pueden aprender cosas nuevas, son rígidas e inflexibles y tienen menos amigos que las personas jóvenes, creencias que están falsadas empíricamente.
Estos estereotipos, influyen en nuestra forma de actuar con las personas mayores y modulan nuestra conducta, desencadenando en algunos casos discriminación y en el ámbito asistencial un trato poco profesional. ¿Pero qué ocurre con estas ideas estereotipadas cuando nos hacemos mayores? Con frecuencia, los estereotipos son aceptados sin ser cuestionados lo que hace que se interioricen y conviertan en autoestereotipos, influyendo de manera determinante en el comportamiento y calidad de vida de la persona mayor.
Numerosos estudios hablan de cómo en la vejez, la actitud o expectativas que se tengan hacia ella son un factor decisivo que influye de manera importante en aspectos clave como la salud, longevidad, nivel de preocupaciones y capacidad de memoria. Por ejemplo, cuando a las personas mayores se les ofrece información negativa sobre la vejez y posteriormente se les administra una tarea de memoria obtienen un menor rendimiento que si se les ofrece información positiva.
Así, se ha demostrado que adultos de edad intermedia tienen una peor ejecución en tests de memoria cuando se les informa que su rendimiento será comparado con personas de edad avanzada en contraste a cuando se les dice que será comparado con jóvenes, obteniendo en este caso un mayor rendimiento. Esto refleja cómo ya en la transición a la vejez, las ideas negativas que se tienen sobre la edad avanzada se van interiorizando. En otro estudio, se analizó la influencia de los estereotipos negativos en la pérdida de memoria encontrándose, por un lado, que las personas mayores que mantenían creencias positivas, obtenían un rendimiento similar al de los jóvenes y superior al de las personas mayores que tenían creencias negativas.
Por otro lado, se ha encontrado que facilitar información real acerca del envejecimiento permite un cambio de creencias y actitudes que, a su vez, predice el rendimiento cognitivo. En un estudio realizado en España se halló que un grupo de personas mayores mejoraron su memoria tras participar en un taller de estimulación cognitiva lo que su vez se relacionó con un cambio en sus actitudes reduciendo sus estereotipos negativos. Sin embargo, las personas que mantuvieron una actitud o visión negativa sobre la vejez, no mejoraron tras el taller de memoria.
Pero esto no es todo, el efecto que tienen las actitudes hacia el envejecimiento, se observa además en la esperanza de vida, ya que se ha encontrado que las personas con autopercepciones positivas sobre la vejez y la edad, viven 7.5 años más. Si la actitud negativa tiene repercusiones, está demostrado que las actitudes positivas son igual o más potentes.
FUENTES: Journal of Personality and Social Psychology; Psychology and Aging Social Cognition; The Gerontologist; Revista Española de Geriatría y Gerontología.