El consumo de cocaína no pasa desapercibido en algunos individuos que llevan un largo período de adicción. En anteriores estudios se había detectado cómo la cocaína y las anfetaminas afectaban a la neuroquímica cerebral, pero las alteraciones “físicas” que acababan afectando a la estructura cerebral aún no habían sido estudiadas a fondo.
Pero ahora, gracias a un reciente estudio de la Universidad Autónoma de Barcelona en colaboración con el Hospital Santa Creu i San Pau y el Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge, se ha conseguido vislumbrar cómo llega a alterar la cocaína la estructura cerebral.
El cerebro de un consumidor de cocaína
El estudio, publicado en Addiction Biology, ha necesitado usar hasta tres técnicas diferentes de resonancia magnética para estudiar los patrones de actividad cerebral y la integridad de la materia gris y materia blanca de los adictos a la cocaína.
En este caso, se pidió a los consumidores de la droga que realizaran una tarea consistente en juegos de azar mientras se media su actividad cerebral. Se detectó que, en comparación a los individuos sanos, los consumidores de cocaína presentaban una hiperactivación de una región cerebral profunda llamada núcleo estriado ventral (perteneciente al conocido “circuito de recompensa” cerebral), compuesto de diferentes regiones interconectadas y responsables de comportamientos básicos como la alimentación y el sexo.
Por otra parte, junto a la hiperactivación del estriado ventral, también se detectó una activación “anómala” de la llamada corteza prefrontal, una zona mucho más evolucionada y encargada de la regulación del comportamiento humano (incluyendo la inhibición de comportamientos impulsivos automáticos, favorecidos precisamente por la mencionada zona del estriado ventral).
La respuesta cerebral se altera por el consumo de cocaína
Según comentan los investigadores, tras realizar los juegos de azar (donde se podía tanto ganar como perder dinero), los individuos sanos mostraban una activación robusta de la corteza prefrontal cuando perdían en el juego. En otras palabras, su cerebro detectaba que no valía la pena jugar, y que se trataba de un comportamiento adverso con sus consecuencias.
Sin embargo, los consumidores de cocaína mostraban esta zona cerebral inactiva, es decir, que no respondía a las consecuencias adversas de sus comportamientos. Esto podría explicar porqué los consumidores de cocaína siguen enganchados a la droga, a pesar de las horrorosas consecuencias de la misma.
Asimismo, el estudio reveló diferencias estructurales cerebrales al comparar consumidores de cocaína con sujetos sanos: Los adictos a la cocaína tenían una hipertrofia del núcleo caudado y la corteza orbitofrontal, dos áreas cerebrales del circuito de recompensa relacionadas con las conductas compulsivas. Por su parte, se detectó un aumento de conectividad entre las áreas responsables de la recompensa, pero una disminución de conectividad entre este circuito y las demás áreas cerebrales.
Los fallos de la arquitectura cerebral provocados por la cocaína
En resumen, lo que sucedería en el cerebro de un consumidor de cocaína es que el “circuito de recompensa” refuerza sus conexiones sobre sí mismo, pero a su vez disminuye la transmisión de información hacia el exterior, degradando procesos importantes como la regulación de las conductas y la atención.
En total, se altera el equilibrio funcional y estructural de dos zonas clave cerebrales (estriado ventral y corteza prefrontal), y como consecuencia se producen dificultades en el establecimiento de prioridades, la toma de decisiones y la inhibición de comportamientos inapropiados, lo cual explicaría los síntomas de la adicción (ansia por consumir y problemas de autocontrol) y también la dificultad que tienen estos pacientes para acabar con su adicción, con las correspondientes recaídas sucesivas.
Vía | Universidad Autónoma de Barcelona.
Fuente | Addiction Biology.