Es evidente que los rayos del sol no sólo nos afectan a nosotros pero tal vez no lo tenemos muy en cuenta. En general, todos los seres vivos tienen sus mecanismos de defensa frente a la radiación ultravioleta, unos sencillamente se esconden, las plantas cierran sus estomas para no deshidratarse y otros, como nosotros, tienen pigmentos que los protegen. Un nuevo estudio publicado en Nature realizado por varias entidades de México, Reino Unido y EEUU ha demostrado que la ballena azul se broncea, al igual que nos ocurre a nosotros.
Los distintos equipos analizaron tejidos de estas 3 especies recogidas en el Golfo de California entre los años 2007 y 2009 y observaron daños en el ADN. Más en detalle, el daño observado fue a nivel del ADN mitocondrial, un tipo de ADN que no se puede reparar y cuyos daños se traducen en mutaciones.
De las 3 especies analizadas, el rorcual común es la especie que menos daños sufre por culpa de la radiación UV. Las razones son que, al igual que ocurre con los humanos, los rorcuales comunes tienen un color de piel más oscuro que la ballena azul o el cachalote y la otra razón es porque permanecen menos tiempo en superficie.
Al menos para mí, este tipo de estudios me resultan fascinantes por el hecho de ver cómo las distintas especies, incluso de un mismo grupo como el de las ballenas, desarrollan soluciones distintas para un mismo problema y todas son igualmente válidas. El estudio también pone de manifiesto que los rayos UV son un tipo de estrés ambiental más al que estos animales tienen que enfrentarse.
Fuente: SINC