La muerte es el final del camino, no hay vuelta atrás. Nuestro cuerpo deja de funcionar, no nos podemos “arreglar”, porque no hay nada que arreglar. En un período tiempo que se pensaba que podía llegar a un par de días, todas y cada una de nuestras células dejan de funcionar. Eso se pensaba, hasta ahora.
Parece ser que, otra vez, se ha errado en un dato como es el tiempo. Según un reciente estudio publicado en Nature Communications, a cargo de un equipo de investigadores del Instituto Pasteur de París y la Universidad de Versalles (Francia), resulta que las llamadas células pluripotenciales (o células madre), famosas por poder obtenerse a partir del cordón umbilical por sus grandes propiedades terapéuticas, pueden llegar a sobrevivir después de que el individuo haya fallecido ¡increíble!
El mecanismo por el cual sucede esto se debe a que este tipo de células entran en un estado de “latencia”, donde disminuye su metabolismo (su maquinaria interna reduce sus gastos de energía). De esta forma, las células madre procedentes de músculo o hueso son capaces de aguantar vivas hasta 17 días en humanos y 16 días en ratones, después de que estos hayan fallecido. Anteriormente, como os he comentado, se pensaba que este período de tiempo no era mayor a dos días.
Como os he dicho, las células madre actúan reduciendo su actividad metabólica delante de cualquier situación adversa y, por lo visto, estas situaciones adversas incluyen la muerte del mismo individuo. De esta forma, logran preservar su potencial para poder volver a dividirse y formar nuevas células.
Esta “latencia” se debe a su reorganización interna celular. Las células, como los humanos, tienen una serie de “órganos” internos (llamados orgánulos). Son como personas reducidas a su mínimo exponente, ya que tienen orgánulos para respirar y crear energía, orgánulos para expulsar el material de desecho (en las personas sería equiparable a las heces), entre otras muchas funciones. Durante este “estado de latencia”, las células lo que hacen es reducir al mínimo esta organización celular, disminuyendo el número de orgánulos y también disminuyendo así sus necesidades de energía.
Según explica Fabrice Chrétien:
“Podemos comparar esto con aquellas condiciones patológicas en que las células tienen pocos recursos”
Es decir, este mecanismo también se produce en situaciones donde sea necesario iniciar nuevas divisiones celulares para regenerar tejidos u órganos dañados por alguna enfermedad.
Los investigadores intentaron comprobar si este aguante de varios días se producía en otras células, como las de la médula ósea, donde descubrieron que pueden llegar a aguantar hasta 4 días después de la muerte.
“Este es el caso de la leucemia, por ejemplo, que requiere un trasplante de médula ósea para restaurar la sangre de un paciente y las células inmunes destruidas por la quimioterapia y radioterapia”
Este descubrimiento podría tener muchísimas aplicaciones clínicas en un futuro, pero los investigadores admiten que hacen falta más análisis y determinar cuáles podrían ser estás aplicaciones.
Vía: Nature.