Anteriormente se creía que la genética era algo inamovible, algo con lo que se nace y que no se modifica durante toda la vida. Hoy en día sabemos que esto no es cierto, y que la epigenética o los cambios ambientales que afectan al ADN y provocan una expresión diferente de la original está ahí.
En las embarazadas, esto podría afectar a los futuros neonatos, pues sus hábitos durante el desarrollo embrionario pueden modificar de una forma u otra el genoma de los embriones. Pero la cosa no se queda ahí, pues los investigadores de la Fundación del Instituto Valenciano de Infertilidad (FIVI) han descubierto que esta “comunicación” entre embarazada y embrión, y la consiguiente modificación genética, se produce incluso cuando el óvulo procede de una donante.
Las embarazadas modifican la genética embrionaria, incluso si el óvulo no es suyo
El estudio, publicado en la revista Development, confirma que las gestantes pueden variar la genética de sus futuros hijos durante el embarazo incluso si el óvulo no es propio (procedente de una donante en casos de infertilidad, por ejemplo). Esto se debería a que la variación genética se produce antes de que este óvulo se implante en el endometrio materno.
De hecho, este trabajo confirma la denominada “hipótesis Baker”, formulada por el epidemiólogo David Barker en 1990, el cual afirmaba que “lo que sucede en el útero materno es más importante que lo que sucede tras el nacimiento“.
Así se lo comenta uno de los autores del trabajo, Felipe Vilella, a la Agencia SINC:
“Con esto se rompe el rechazo inicial de aquellas madres que tienen que recurrir a la donación ovocitaria para cumplir sus deseos reproductivos. Los genes no van a ser los suyos, eso es imposible, pero sí que podrán modularlos con su carga genética. Este hallazgo muestra un intercambio entre endometrio y embrión, algo que ya sospechábamos por la coincidencia de algunos rasgos físicos entre madres e hijos de ovodonación, así como por la incidencia de enfermedades en los niños relacionados con patologías maternas durante la gestación, como obesidad o tabaquismo”
Respecto al momento de la transmisión de señales entre madre y futuro embrión, hemos comentado que la “comunicación”, y por tanto modificación o influencia genética en el óvulo, se produce antes de la implantación. Esto sucede de esta forma porque cuando se produce la fecundación existen unos cinco días entre que el embrión sale de las trompas de Falopio y llega al útero. Allí es donde se produce la “implantación”, tras 24 o 36 horas de su llegada, y se adhiere al endometrio. En ese día o día y medio es cuando se secreta líquido endometríal procedente de la madre, el cual contiene información genética (microARNs), y que absorbe el embrión, llegando al punto de modificar su desarrollo. El objetivo es “decirle” al embrión que todo está listo para continuar el proceso de implantación y desarrollo.
En el futuro, según auguran los investigadores, podrían detectarse transmisiones de enfermedades genéticas en estas horas de implantación, pudiendo evitar dicha transmisión.
Vía | Agencia SINC.