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Cada día el mundo es más pequeño. El avance en las últimas décadas en los medios de transporte ha hecho que viajar de una parte a otra de nuestro planeta sea una cuestión de días y no de años. Pero en este proceso hemos creado un peligro importante: las epidemias. Antiguamente el brote de una nueva enfermedad sólo podía propagarse entre pueblos y ciudades vecinas, actualmente es posible que sea capaz de dar la vuelta al mundo en poco tiempo gracias a los barcos y aviones. En los últimos años hemos podido observar casos como la epidemia de gripe aviar o la pandemia de gripe A (también llamada gripe H1N1). Hoy en día, cuando en los medios de comunicación señalan un nuevo brote no podemos evitar pensar donde ha surgido y si llegará hasta donde vivimos. Para resolver estas cuestiones una de las herramientas más poderosas son las matemáticas.

Los matemáticos Dirk Brockmann y Dirk Helbing han publicado un estudio reciente en Science demostrando que es posible rastrear una epidemia a través de las redes de aeropuertos mundiales. No es la primera vez que se usan redes para prevención de enfermedades, en Medciencia hablamos sobre la posibilidad de usar redes sociales reales (no las de Facebook sino las compuestas por personas que se conocen entre sí) para buscar a las personas con mayor número de amigos y vigilar su salud, ya que esta gente tendrá mayores posibilidades de contagio. De esta manera podemos detectar la aparición de una nueva enfermedad en la población lo antes posible.

El trabajo de Brockmann y Helbing no trata de redes sociales sino de redes de aeropuertos. La ventaja es que estas redes no suelen cambiar a lo largo del tiempo y las conocemos en detalle (las redes sociales son difíciles de detectar y conocer su estructura exacta). La desventaja es que son más complicadas y hay que introducir un término matemático nuevo llamado distancia efectiva. Este término se entiende fácilmente: si un infectado monta en avión y lleva la enfermedad a un nuevo país, será más probable que esto suceda en los trayectos con mayor número de aviones y pasajeros (como Londres-Madrid) que en trayectos menos concurridos (Londres-Murcia). Para calcular este valor se usan datos de trafico aéreos recogidos a lo largo de estos años.

Al construir la red de aeropuertos con sus distancias efectivas, comprobaron que era capaz de describir a la perfección lo sucedido en la epidemia de gripe A y gripe aviar. La sucesión de países que fueron recibiendo a la enfermedad coincide con la que aporta el modelo matemático. Más importante aún, permite saber en que país se ha originado una enfermedad comprobando el orden de los países infectados. Esto es bastante útil en caso de detectar la epidemia demasiado tarde en la población.

Al igual que en las redes sociales, el objetivo es aplicar este modelo matemático para saber que aeropuertos son más susceptibles al paso de epidemias y tener cierto control sanitario en ellos. Si se activa la alarma en uno de estos aeropuertos, se podría decretar antes la alerta por epidemia y empezar a cerrar vías de transporte para evitar el contagio masivo entre países.

Lo irónico es que hoy en día las redes de aeropuertos nos aportan una información más fiable sobre contagios que las redes de contacto entre personas. Los agentes infecciosos siguen viajando de persona a persona, y para ellos los aeropuertos no influyen en su biología. Sin embargo, los aeropuertos han creado una barrera de paso casi obligatoria para los infectados. Cualquier viajero pasa por ahí, y con él su posible virus. Todo consiste en saber detectarlo a tiempo.

Fuente | Science

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