En ocasiones hemos hablado de investigaciones extrañas, como el equipo de físicos de la Universidad de Alcalá que investigaban cómo se formaba la espuma al golpear un botellín de cerveza, o un grupo de psicólogos que trabajaban en poder saber si los gatos realmente reconocían nuestras voces. Este tipo de investigaciones, a pesar de parecer inútiles, acaban sacando conclusiones más interesantes de lo que parecen (el estudio de los gatos es útil para el estudio del autismo y el de la cerveza permite generar reactores industriales que permitan mover líquidos evitando la formación de espuma.)
Con estos antecedentes en mente, presento el más reciente estudio extraño que ha observado la comunidad científica. El objetivo del experimento es comprobar si las aves, supuestamente los descendientes evolutivos más cercanos a los antiguos dinosaurios, aún conservan alguna característica de ellos. Hasta aquí todo correcto, lo divertido es ver el experimento que han realizado. Esta es la figura explicativa del trabajo, que merece la entrada a un museo de rarezas.
Supuestamente, el esqueleto de las aves está perfectamente estructurado para soportar una cola de gran peso, como las que llevaban los dinosaurios. Para comprobarlo, los investigadores tienen la idea de comparar la manera de andar y el movimiento de las piernas entre gallinas normales, gallinas con una mochila de un peso determinado y gallinas con una cola artificial pegada (y que sospechosamente se parece a un desatascador). Por supuesto, el articulo incluye un video de la gallina con cola andando, video transformado en un gif por algún posible fan del estudio.
Aunque todo esto parezca un experimento ideado en una noche de borrachera, lo cierto es que el estudio está bastante completo. Mientras la gallina anda los investigadores miden los ángulos de todas las articulaciones de las piernas del animal para compararlos con las gallinas control. Incluso han calculado de manera cuidadosa el peso relativo de la cola artificial para que coincida con las gallinas con mochila (y eso no es tan fácil, como sabrá un físico).
¿Las conclusiones? Las gallinas tienen un sistema esquelético capaz de soportar una pesada cola, una evidencia más para pensar que las aves provienen de los dinosaurios. Por ejemplo los humanos no tenemos un esqueleto adaptado a semejante peso, por eso nuestra espalda sufre al llevar una mochila pesada. Aunque para hacer la auténtica demostración deberíamos poner una cola artificial gigante a varios voluntarios humanos y ver cómo andan. Y eso ya es otro experimento.
Fuente | PLOS One, Popular Science