En un artículo anterior os hablaba sobre la ciencia detrás de la compensación de la falta de sexo a través de la ingesta de chocolate. Esto es algo de lo que todo el mundo ha oído hablar, el chocolate como sustituto del sexo, pero no es tan habitual meditar sobre el poder del alcohol en estos casos. Ahora que habéis leído esta introducción es posible que muchos de vosotros estés pensando en aquella noche que os rechazaron y decidisteis ahogar las penas en gin tonics o en alguna situación similar.
Resulta que científicos de la Universidad de California demuestran en un estudio de hace tres años que esto tiene un fundamento científico, al menos en moscas.
El experimento
El experimento consistía en estudiar dos grupos de machos de mosca Drosophila melanogaster. Los machos del primer grupo fueron expuestos a hembras no receptivas en varias sesiones durante cuatro días, mientras que los del segundo grupo se juntaron con hembras receptivas. Una vez finalizada esta fase, se les dio a elegir entre alimentos sin etanol o con un 15% de dicha sustancia. Como resultado, las moscas que habían sido sometidas a privación sexual eligieron preferentemente el alimento con etanol.
¿Cuál es la causa?
La causa de estos resultados la encontramos en los conocidos como sistemas de recompensa. Estos sistemas, mediados por neurotransmisores, potencian algunas conductas necesarias para la supervivencia, como la alimentación, las interacciones sociales y también el sexo. Por otro lado, las rutas que implican no sólo son activadas por estas conductas, sino que también lo hacen algunas drogas como el alcohol. De hecho, esta es la causa de que produzcan adicción.
En el caso del sexo, el neurotransmisor que regula los sistemas de recompensa en moscas es el NPF. Se comprobó que sus niveles eran mayores en las moscas que se habían apareado y, curiosamente, se elevaban en el otro grupo de moscas después de ingerir la comida con etanol, de modo que se solventaba la carencia que experimentaban previamente.
¿Son estos resultados extrapolables a humanos?
Aunque el NPF sólo existe en moscas, los mamíferos producimos un equivalente, llamado NPY, que también interviene en los sistemas de recompensa. Su función es muy similar, pues se ha comprobado que regula los procesos de sueño, ansiedad y motivación sexual y que también se asocia al consumo de alcohol. Por eso, aunque este estudio sea exclusivo de moscas, queda claro que podría estar íntimamente relacionado también con el comportamiento de los mamíferos, entre los que, como sabéis, nos encontramos los humanos. De hecho existen investigaciones que estudian este neurotransmisor para el tratamiento de procesos depresivos.
Como veis, las moscas también tienen problemas con la botella. Y es que llega un momento en el que ya no sabemos con qué compensar la ausencia de sexo; pero bueno, recordad que, aunque las moscas no saben cómo satisfacerse a sí mismas, nosotros sí lo sabemos. No es necesario caer en el alcoholismo.
Imagen: Pixabay
Fuente | Science.