Aunque el título de esta entrada pueda sonar a broma, para nada se trata de un chiste. La idea de que en un futuro podamos llegar al espacio gracias a un ascensor cada vez se está tomando más en serio, y no es para menos si tenemos en cuenta la impresionante revolución que podría conllevar.
Recientemente se han publicado una serie de estudios que nos recuerdan que se está trabajando en ello. Por ejemplo, en 2012 se presentó un proyecto de construcción que concluía que viajar al espacio en ascensor sería posible en 2020. Asimismo, hace poco un grupo internacional de investigadores a cargo de la Academia Internacional de Astronáutica (International Academy of Astronautics, IAA por sus siglas en inglés), publicó un estudio titulado “Ascensores espaciales: evaluación de la viabilidad tecnológica y su desarrollo”, donde analizan detalladamente tanto las tecnologías existentes que podrían utilizarse para el proyecto como el beneficio económico del mismo.
¿Cómo sería el ascensor espacial?
Según los planes de la NASA, sería, al fin y al cabo, un ascensor de increíbles dimensiones, pues se trataría de una cinta de un metro de ancho y una longitud de 47.000 kilómetros que podría transportar 15 toneladas de carga hasta el espacio.
¿Por qué tanto interés en construir semejante estructura?
Encontrar un medio por el que se puedan abaratar los costes de los lanzamientos espaciales es, sin duda, el Santo Grial de las misiones espaciales. Los actuales costes para llevar algo al espacio son tremendos debido a que la mayor parte del peso del cohete se utiliza en combustible para poder escapar de la gravedad terrestre. Tanto es así que por muy poco peso que queramos añadir al cohete, como el cohete pesaría más, debemos incrementar aún más la cantidad de combustible para poder salir del planeta Tierra.
He aquí la explicación del por qué es tan costoso un viaje de ida y vuelta a Marte. Bastante tenemos ya con lanzar el cohete fuera de la Tierra como para vencer también la gravedad del planeta Marte en su regreso. Es tan crucial superar esta primera etapa, que una nave puede ir prácticamente a cualquier lugar del sistema solar con muchísimo menos combustible a partir de ese momento.
Por tanto, aunque los cohetes hoy por hoy están cumpliendo con su cometido, no dejan de ser una chapuza provisional hasta que se invente algo mejor.
“Creo que los ascensores espaciales funcionarán, ya sea en 2035, en 2060 o en 2100. (Algún día) lo que hará reír a la gente será pensar que antiguamente usábamos cohetes”, comenta Peter Swan, ingeniero jefe de SouthWest Analytic Network, y miembro del Consorcio de Ascensores Espaciales.
Se ha calculado que el ascensor espacial conseguiría reducir el coste de los lanzamientos espaciales en un factor de 10.000. Imaginaos, por tanto, la nueva revolución que tendría lugar. Es asombroso pensar que por cada kilogramo que quisiéramos llevar al espacio, costaría tan solo unos pocos euros en lugar de los miles y miles de euros que actualmente cuesta.
En definitiva, con solo apretar el botón del ascensor espacial, se podría subir al espacio exterior por el módico precio de un billete de avión. Sorprendente, ¿verdad?
¿No se desmoronaría por sí solo el ascensor espacial al ser tan grande?
No, ya que aquí está parte de la gracia de este proyecto: la propia rotación de la Tierra sostendría el ascensor espacial gracias a la fuerza centrífuga que se produciría. Es lo mismo que ocurre cuando atamos una bola a un extremo de una cuerda y la hacemos girar agarrada por el otro extremo: la bola parece desafiar a la gravedad al no caerse, pero es la fuerza centrífuga la que neutraliza a la gravedad.
El problema está en la tensión que tendría que soportar esta estructura. Es tan fuerte que es la suficiente como para quebrar un cable de acero. Como comprenderéis, esto desanimó bastante a los científicos en su deseo de continuar con este colosal proyecto.
Afortunadamente, con el descubrimiento de que los nanotubos de carbono son capaces de soportar esa gran tensión, se reavivó nuevamente la idea. Se está convirtiendo así en un proyecto cada vez más cerca de llevarse a cabo.
Aun así, todavía quedan varios problemas que se tendrían que resolver, entre los cuales se encuentran:
- La trayectoria de los satélites próximos a la Tierra podrían colisionar con el ascensor espacial y objetos como micrometeoros.
- Las impurezas microscópicas en los nanotubos de carbono podrían hacer problemático un cable largo.
- Todavía no somos capaces de construir nanotubos de carbono de gran longitud.
- Podría haber problemas con los huracanes, tormentas, etc.
Es indudable que aún queda mucho trabajo por hacer, pero es inevitable que en un futuro cercano se idee una solución para evitar seguir “matando moscas a cañonazos”, que metafóricamente es el rol que cumplen a día de hoy los cohetes espaciales. Como bien dijo Peter Swan, en vez de reírnos de este proyecto como hacen algunos, dentro de un tiempo “lo que hará reír a la gente será pensar que antiguamente usábamos cohetes”. Tiempo al tiempo.
Referencias: La física de lo imposible (Michio Kaku)
Imagen: ABC