La oftalmología, esa especialidad médica que se dedica a estudiar y cuidar de la salud de nuestros ojos, siempre me ha parecido un poco aburrida, hasta que me ha tocado estudiarla en la carrera y examinarme de ella. La verdad es que sigo sin estar convencido para trabajar con ojos toda mi vida, pero al menos ahora la respecto más que antes, ya que nuestros ojos pueden decir muchísimas cosas sobre nuestra salud general (y no solo de nuestros ojos específicamente, como muchos pensaréis).
Por ejemplo, podríamos hablar un poco de los colores que pueden adquirir nuestros ojos, y no, no me refiero a los colores típicos del iris de cada persona (negro, marrón, azul o verde por ejemplo), sino al color que puede adquirir nuestra esclera, esa zona blanca grande que ocupa la mayor parte de nuestro ojo: si la vemos de color amarillo, significa que sufrimos de hiperbilirrubinemia, es decir, que hay algún problema en nuestro hígado; si se vuelve de color rojo puede significar alguna ruptura de algún pequeño vaso o incluso un problema grave a nivel del sistema circulatorio cerebral o cardíaco… y si hay algún tipo de depósito amarillento o grisáceo puede significar intoxicación por abuso de medicamentos.
Por otra parte están los coágulos sanguíneos de la retina, que forma parte de la zona posterior del ojo, y pueden ser un indicativo de riesgo de un futuro accidente cerebrovascular (o infarto cerebral); o el engrosamiento de los vasos sanguíneos que recorren el ojo, que serían un indicativo de la famosa presión arterial elevada. Como nos dice Emily Chew, directora adjunta de la división de epidemiologia del National Eye Institute de EE.UU:
“No hay duda de que el ojo ha sido siempre la ventana hacia nuestro cuerpo. Cualquier persona que experimente cualquier cambio visual debería revisarse de inmediato”
Hay datos curiosos que podemos extraer de los síntomas que nos dan nuestros ojos. Por ejemplo, si se inflama el nervio óptico, responsable de la visión, y da lugar a disminución de la visión y dolor, esto puede sugerirnos la temida esclerosis múltiple, pues uno de sus primeros síntomas suele darse en esta zona. Por otro lado, si se incha el disco óptico, una de las porciones del nervio óptico, y esto implica una disminución del campo visual (cuánto podemos ver hacia nuestros lados), esto puede significar un tumor cerebral, aunque suele ser un caso raro, que nadie se alarme.
Además, está el líquido que rellena nuestro globo ocular para que no se chafe como una pasa, el denominado humor vítreo (y no, no quiere decir que suela contar muchos chistes ni nada parecido). Cuando encontramos células inmunitarias, como los glóbulos blancos, flotando en este líquido puede significar una simple infección ocular o algo más grave que afecte a todo el cuerpo.
Los pacientes diabéticos pueden llegar a perder un ojo por su enfermedad (en fases muy avanzadas y mal controladas). Esto en el ojo se traduce por arterias con formas tortuosas y fugas de líquido o incluso de sangre, ya que las arterias no funcionan correctamente por culpa de la enfermedad. Esto finalmente lleva a la ceguera o incluso a la pérdida del ojo.
Actualmente existen diversos trabajos de investigación para avanzar en el conocimiento de nuestro órgano visual y aprovechar su capacidad para indicarnos que algo no va bien. Por ejemplo, se están estudiando las manchas oscuras que se forman en la parte posterior del ojo, conocidas como CHRPE o hipertrofia congénita del epitelio pigmentario de la retina. Todo este nombre tan largo puede que nos indique riesgo de cáncer de colon, que ahí es nada. Luego esta la forma en la que el ojo reacciona a la luz que, según están investigando, podría relacionarse con las demencias (como el Alzheimer o la demencia senil).
Como veis, los ojos son más curiosos de lo que parece, y pueden darnos información sobre muchísimas cosas, desde que sufrimos una conjuntivitis o infección ocular, hasta señalarnos que hay riesgo de infarto cerebral o signos de sufrir esclerosis múltiple. Como dice el viejo dicho “los ojos son el espejo del alma”.
Vía: WSJ.