Hace ya unos meses os hablé de esa desagradable situación para nuestros oídos que conocemos como “dentera”, producida normalmente por un tiza chirriante o por un tenedor rascando un plato. En su momento comenté que aún no se tenía claro porque se producía esa sensación de huida fuera del alcance del sonido, pero que podría estar relacionada con el sistema nervioso autónomo (esa parte del sistema nervioso que controla la respiración, la digestión, los latidos del corazón, etc). Pero puede que la responsabilidad de que nos molesten estos sonidos no decaiga justamente aquí, sino en una zona más central, concretamente en la amígdala.
Según nuevos estudios, a cargo del investigador Sukhbinder Kumar, del Instituto de Neurociencia de la Universidad de Newcastle (Reino Unido), estos sonidos tan molestos podrían causar una respuesta muy emocional en el cerebro, en la amígdala, que se hace cargo de la parte auditiva del cerebro cuando escuchamos sonidos muy molestos, funcionando como una señal auxiliar. Por esto, esta investigación sugiere que, inconscientemente, al dar una respuesta emocional a algunos sonidos desagradables alteramos nuestra percepción sobre ellos.
Además, han elaborado una lista de los 10 sonidos más molestos del mundo (y han descubierto algunos que contaremos entre los menos molestos, o más agradables), usando técnicas de resonancia magnética funcional (fMRI). Gracias a estas pruebas de imagen, los investigadores observaron la actividad cerebral en 13 voluntarios sanos cuando les hacían escuchar hasta 74 sonidos diferentes, y los iban clasificando como sonidos más molestos o desagradables y menos molestos o agradables.
Los resultados del estudio, publicados en el Journal of Neuroscience, muestran la siguiente lista con los 10 sonidos más desagradables (podéis oír algunos de ellos clickandolos directamente):
- Cuchillo en una botella.
- Tenedor en un vaso.
- Tiza en una pizarra.
- Regla en una botella.
- Uñas en una pizarra.
- Grito de mujer.
- Disco de amoladora.
- Chirrido de frenos de bicicleta.
- Bebé llorando.
- Taladro eléctrico.
Por otra parte, estos son los sonidos menos desagradables:
- Aplausos.
- Bebé riendo.
- Trueno.
- Agua fluyendo.
Como he avanzado anteriormente, la conclusión que han sacado de esta investigación es que la amígdala tiene una función adicional en estos sonidos, complementando al área auditiva. Por eso, cuando oímos estos sonidos desagradables, la actividad de nuestra amígdala aumenta y se hace cargo de la regulación de la parte auditiva de nuestro cerebro, lo que provoca que aumentemos aún más nuestra percepción respecto a estos sonidos. De forma contraria, en los sonidos agradables, nuestra percepción disminuye (suena a circulo vicioso, ¿verdad?). Normalmente estos sonidos desagradables se encuentran en una frecuencia de entre 2.000 y 5.000 Hz, según los investigadores.
Vía: Web MD.