Que el dinero produce numerosos efectos en nosotros es algo que nadie ignora: impacta en nuestra personalidad, en nuestras relaciones y hasta en nuestra forma de pensar. El cómo y porqué se ocasionan son objeto de estudio del recientemente emergente campo de la neuroeconomía, que con el uso de la psicología, la neurociencia y la economía nos permite conocer la relación entre nuestro cerebro y el dinero. Desde Medciencia os mostramos 7 asombrosas rarezas derivadas del estudio del dinero:
1. El dinero elimina la empatía
La principal forma por la que sentimos empatía es de forma visual: si vemos el rostro de una persona triste, nos sentimos tristes también. Esta reacción no sucede de forma tan pronunciada para las personas ricas según Michael Kraus, el co-autor de un reconocido estudio publicado en la revista Time. Esto ocurre porque las personas con menos recursos económicos tienen que enfrentarse a mayores adversidades y amenazas, por lo que necesitan estar mas en sintonía con las señales sociales.
Curiosamente no solo se limita al dinero real, la Universidad de Berkeley realizó un experimento en el cual dos estudiantes jugaron una partida de monopoly. Al principio el que mas dinero tenía se sentía incomodo pero pronto se volvió violento y empezó a burlarse de su compañero. Paul Piff junto a otros psicólogos profesionales han demostrado la estrecha relación entre un nivel socioeconómico alto y la falta de empatía.
2.Perder dinero duele, literalmente
La pérdida de dinero y el dolor físico lo experimentamos de una forma muy parecida tanto psicológica como fisiológicamente. Investigadores señalan, de hecho, que el dinero actúa como regulador de dolor. En un experimento se pidió a los participantes que calificaran su respuesta al agua caliente despues de contar dinero. Cuanto mas dinero habían contado menos dolor sentían mientras que a las personas que habían perdido dinero recientemente les resultaba mas dolorosa el agua caliente.
También odiamos perder dinero mas de lo que amamos ganarlo. El psicólogo y ganador de un premio Nobbel Daniel Kahneman ha señalado que esta animadversión a la perdida de dinero tiene raíces evolutivas. Para el ser humano primitivo, las amenazas o perdidas tenían una prioridad superior a las oportunidades, ya que éstas podían llegar de nuevo, pero una amenaza podría ser la última.
3. Mas dinero, menos ética
El solo hecho de pensar en dinero ya altera nuestro concepto de ética. Investigadores de la Universida de Harvard y la Universidad de Utah encontraron que las personas eran más propensas a mentir y tomar decisiones inmorales después de estar expuesto a palabras relacionadas con el dinero. La simple exposición al concepto de dinero provocó un “marco de decisión de negocios” en los participantes del estudio, haciendo que pensaran estrictamente en términos de cálculos de costo-beneficio para provecho de sus intereses y en detrimento de sus códigos morales.
El dinero nos hace peligrosos. Investigadores de Berkeley estudiaron el tráfico de los pasos de peatones en San Francisco y observaron que las personas que conducen coches de lujo eran tres veces menos propensos a dejar el paso a los peatones que los que conducían coches mas modestos, y eran cuatro veces más propensos a cortarle el paso a otros conductores.
4. Cuanto más dinero ganas, más piensas en dinero
Todos estamos de acuerdo en que cuanto más tenemos de algo, menos importante se vuelve para nosotros, pero con el dinero no es así. Jeffrey Pfteffer, profesor de comportamiento organizacional en Stanford Graduate School of Business encontraron en su investigación que el nivel de importancia que los trabajadores atribuían al dinero era mayor en los que ganaban más por cada hora de trabajo. Y debido a que el dinero que ganamos por hora de trabajo está fuertemente relacionado con nuestra autoestima, este nunca puede ser suficiente.
Esta experiencia paradójica fue resumida por Daniel Vasella, el exdirector general del gigante farmacéutico suizo Novartis AG: “Lo extraño es que, cuanto mas dinero hacía, mas me preocupaba por el dinero”, dijo a la revista Fortune. “Cuando de repente ya no tenía por que pensar en cuánto dinero tenía, me encontré pensando aún más en él .”
5. Los hombres con mucha testosterona hacen cosas raras con el dinero
Los economistas neoclásicos han argumentado con frecuencia que los hombres buscan por naturaleza cualquier tipo de beneficio económico, sin importar cuan pequeño sea. La revista The Economist explicaba un juego en el cual un jugador se divide una olla de dinero entre el mismo y el resto de jugadores. El segundo jugador decide entonces si acepta la oferta. Si ésta es rechazada, ningún jugador obtiene nada. Curiosamente, una oferta baja es generalmente rechazada, a pesar de que el rechazo de la oferta implica que los jugadores no reciben nada de dinero.
Terence Burnham, de la Universidad de Harvard, observó a los jugadores masculinos y comparó su nivel de testosterona mediante muestras de saliva. Resulta que los que rechazaron las pobres ofertas finales tenían un nivel de testosterona por encima del 50% de los que aceptaron la oferta. La razón parece ser que las personas con mucha testosterona prefieren obtener menos beneficios antes que ver a un rival adelantarse.
6. Tu cerebro trata de forma diferente al dinero en crédito que al efectivo
Los vendedores saben que gastamos más con las tarjetas de crédito que con dinero en efectivo– de un 12 a un 18 por ciento mas, según un estudio de Dunn & Bradstreet.
Esto se debe principalmente a que nuestro cerebro asocia el dinero de la tarjeta como un problema más del futuro que del presente. Las tarjetas por puntos nos engañan en mayor medida ya que parece que estamos recibiendo cosas de vuelta, lo que nos induce a gastar todavía más.
Por si fuera poco, un estudio realizado en 2013 por la revista Obesity mostró que los niños que pagan por los almuerzos escolares con tarjetas de crédito compran alimentos menos saludables, como las frutas más dulces, en comparación con las personas que pagan con dinero en efectivo.
7. Vemos a los ricos como malhechores
Según un estudio presentado en la revista Scientifc American nos gusta ver sufrir a los ricos. También se afirma que a la gente pobre le desagradan los ricos e incluso desconfían de ellos. La mayoría asocia los beneficios de cualquier empresa con los daños sociales que provocan para su enriquecimiento, de ahí que no tengamos una buena visión de ellos.
Fuente | Salon