Desde el descubrimiento del LSD por error, gracias a Albert Hoffman, y el sucesivo estudio de otras sustancias psicodélicas o alucinógenas en las últimas décadas, el temor de que dichas drogas sean capaces de provocar psicosis y otros tipos de enfermedades mentales ha estado en boca de todos, tanto investigadores como población en general. No es para menos, pues el hecho de sufrir alucinaciones al tomar una sustancia en particular no parece ser algo muy normal para nuestro cerebro, y el descontrol de dicha situación podría volverse en nuestra contra, a pesar de que muchas de estas sustancias tengan un gran potencial terapéutico.
Sin embargo, hasta dos estudios diferentes publicados en el Journal of Psychopharmacology han llegado a la misma conclusión: Los alucinógenos NO provocan psicosis, ni otras enfermedades mentales, e incluso pueden ser beneficiosos.
Confirmado: Los alucinógenos NO provocan psicosis
Así se desprende de los dos estudios diferentes que comentaremos hoy, según una serie de encuestas realizadas a individuos de los Estados Unidos.
En el primer estudio, llevado a cabo por los psicólogos clínicos Pål-Ørjan Johansen y Teri Krebs Suzanne, de la Universidad Trondheim (Noruega), se usaron datos de la Encuesta Nacional de Estados Unidos sobre el Uso de Droga y Salud (NSDUH), un tipo de encuesta anual, donde se pudieron recabar datos de hasta 135 mil personas que participaron entre los años 2008 y 2011.
Según dichas encuestas, el 14% de los individuos confesó haber tomado alguna vez en su vida algún psicodélico de los tres más conocidos: LSD, psilocibina (hongos mágicos) o mescalina (peyote). Dichos individuos, según los investigadores, no tenían un mayor riesgo de sufrir problemas de salud como pudiesen ser la esquizofrenia, psicosis, depresión, ansiedad o intentos de suicidio.
Como comentábamos al principio, desde la década de 1960 (cuando se empezó a hablar del LSD y sustancias afines), se temía la relación entre los alucinógenos y la psicosis. Sin embargo, como bien comenta Krebs, los trastornos psicóticos son relativamente frecuentes, afectando a 1 de cada 50 personas sin motivos aparentes, por lo que las causalidades como los alucinógenos podrían haberse establecido de forma errónea al tratarse de sustancias que provocan intensas vivencias psicológicas en su momento puntual.
Cabe destacar que en el estudio sólo se tuvieron en cuenta el LSD, la psilocibina y la mescalina, dejando a un lado otras sustancias como la ketamina, PCP, MDMA, ácido agárico o DMT, ya que los 3 primeros y más conocidos actuan sobre el mismo receptor (el receptor de serotonina 2A), y los otros mencionados actúan sobre el receptor NMDA, pudiendo provocar adicción y daños físicos graves, cosa que no se ha demostrado con los alucinógenos estudiados en esta investigación.
En el segundo estudio, también se echó mano de las respuestas de 190.000 individuos a las encuestas NSDUH desde 2008 a 2012, demostrando que los psicodélicos clásicos no se asociaban con trastornos mentales.
De hecho, se llego a encontrar una asociación entre el uso de LSD o psilocibina con tasas más bajas de suicidio o de pensamientos o intentos suicidas. Aunque, como decimos siempre, no se sabe cuanto uso ni cuanta dosis consumieron los individuos.
Eso sí, como bien aclara Matthew Johnson, profesor la Universidad Johns Hopkins, en Barltimore (Maryland) y responsable de este estudio:
“No estamos afirmando que ninguna persona jamás haya sido perjudicada por un mal viaje psicodélico. Las anécdotas sobre el uso de ácidos pueden ser muy poderosas, pero por lo visto son casos raros. En la población general, los datos sugieren que los daños de los alucinógenos se han exagerado”
Conclusión
Por el momento, según estos estudios, los alucinógenos no parecen fomentar la psicosis ni cualquier otro tipo de enfermedad mental, pudiendo incluso ser beneficiosos con las dosis adecuadas y contrastadas, bajo control terapéutico. Evidentemente todo esto, sobre todo las dosis, debe ser estudiado e investigado con detenimiento.
Se ha hablado de que los alucinógenos pueden llegar a provocar trastornos de la percepción persistentes o HPPD, un “mal viaje” sin fin, con distorsiones visuales, luces brillantes y puntos de colores. Sin embargo, existen casos de “mal viaje” en individuos que jamás han consumido alucinógenos, por lo que sería conveniente investigar la relación con dichas sustancias.
Vía | Scientific American.
Fuentes | Journal of Psychopharmacology (1), Journal of Psychopharmacology (2)