Ya habíamos hablado en otros artículos de la depresión y de los antidepresivos. Cómo sabéis la depresión depende de un diagnóstico clínico por parte de un psicólogo o psiquiatra, es decir tras una entrevista clínica y tras pasarle diversas pruebas psicológicas el profesional confirma o refuta que exista tal enfermedad. A partir de este diagnóstico se inicia el tratamiento más adecuado para la persona (los hay varios), siendo el más utilizado el tratamiento cognitivo conductual y los antidepresivos.
Pero, a medida que pasan los años, más se descubre sobre la depresión. Por ejemplo ya se sabe que para las depresiones moderadas o leves no es necesario medicar con fármacos ya que la terapia por si sola puede aportar los mismos beneficios (incluso mejorando las tasas de recaídas), luego ya no siempre es una patología que requiera medicación. También se sabe que esta misma medicación sirve para un amplio rango de trastornos, sobre todo los de tipo ansioso y no solo los depresivos.
Hoy vamos a adentrarnos en aspectos relacionados con la depresión que son bastante desconocidos y que son ignorados por los métodos de diagnóstico y tratamiento vigentes actualmente.
Los fallos en las pruebas diagnósticas:
Casi todas las pruebas de screening, diagnóstico o entrevista en depresión se centran en preguntar cosas sobre el estado de ánimo de la persona, buscar los síntomas que los principales manuales diagnósticos (DSM y CIE) consideran necesarios para poder decir que un trastorno está presente o no y evaluar el grado de interferencia de la enfermedad. También pretenden adentrarse ligeramente en un diagnóstico diferencial y evaluar el grado de gravedad del trastorno. Todo esto está perfecto. Pero… Hay cosas valiosas que dejan de lado, y ya no solo los test, sino los propios terapeutas al preguntar al paciente.
Cuando hablamos de las cosas dejadas de lado nos referimos por ejemplo al estilo de vida, la dieta y las deficiencias de vitamina D.
El estilo de vida a veces si es indagado, pero como síntoma de la depresión, es decir, se busca un descenso en la actividad, aislamiento, etc… Pero lo que no se evalúa es el estilo de vida de la persona en general, antes Y durante la depresión.
La dieta es totalmente ignorada. Solo se evalúa si ha aumentado o disminuido el apetito, pero no lo que se come. Cuando en realidad una mala dieta afecta a cualquier sistema psicológico.
La vitamina D es la mayor novedad. Nadie mira por ese lado pero estudios recientes muestran que puede influir mucho en la aparición de síntomas depresivos.
Tengamos en cuenta que, igual no tanto en Europa, pero más en Estados Unidos, muchas de las pruebas diagnósticas son patrocinadas por empresas farmacéuticas a las cuales les interesa que la gente utilice sus medicamentos.
La vitamina D:
Es sabido que las tasas de depresión son mayores en países o zonas de latitudes altas, donde es frecuente que las personas padezcan déficits de vitamina D, siendo este déficit muy prevalente. Numerosos estudios han demostrado que los déficits en vitamina D pueden predisponer a padecer depresión y que la depresión puede mejorar si se optimizan las reservas de vitamina D del organismo.
La mayoría de estudios consideran esta deficiencia como un claro factor predisponente. Los niveles de vitamina D inferiores a 20 ng/ml tienen un 85% más de riesgo de padecer depresión que aquellos con niveles por encima de los 30 ng/ml (Times Online).
Los déficits en vitamina D también han sido asociados con el trastorno afectivo estacional (Pub Med) e incluso con los intentos de suicidio (hasta un 60% de los pacientes suicidas presentaban déficits de vitamina D, según la universidad de Michigan). La vitamina D parece estar asociada con un incremento en los procesos inflamatorios, los cuales ya se habían estudiado como relacionados también con este tipo de trastornos.
Dado que los tratamientos con suplementos de vitamina D (en altas dosis) parecen aminorar muchos de los síntomas se postula una posible relación causal.
La mejor forma de mantener un nivel óptimo de vitamina D (entre 50 y 70 ng/ml) es tomando el sol de vez en cuando. De forma alternativa se pueden utilizar algunas camas solares o sistemas que imitan la luz solar. En el caso de no tener acceso a ninguno se recomienda ingerir suplementos que la contengan.
Si quieres comprobar tus niveles de vitamina D se recomienda hacerse una prueba para medir los niveles en invierno que es cuando podemos asumir que los niveles serán los más bajos, si en estas fechas están bien entonces no debemos preocuparnos.
Tomar suplementos de vitamina D requiere tomarlos también de vitamina K2 (ya que su deficiencia puede producir toxicidad por vitamina D que llevaría a una inapropiada calcificación).
Los problemas estomacales:
La inflamación gastrointestinal también se asocia con los problemas depresivos. Un estudio demostró que la depresión frecuentemente aparece junto con inflamación gástrica y enfermedades autoinmunes, cardiovasculares o neurodegenerativas. Por ejemplo cáncer o diabetes en los que a su vez la inflamación crónica de bajo grado juega un papel crucial. En este estudio atribuyeron como causa principal de esta inflamación una desregulación entre el eje intestino/estómago y cerebro.
Es sabido que el intestino contiene altos niveles de serotonina (asociada con el estado de ánimo). Las bacterias estomacales son una parte activa en la regulación de la serotonina, asi pues optimizar la flora intestinal contribuye a mantener sus niveles.
Algunos estudios han demostrado que tratar la inflamación intestinal con probióticos, vitamina B y D y grasas Omega-3 puede mejorar también los síntomas depresivos.
El azúcar y la depresión:
La gente que toma una dieta saludable es menos propensa a padecer depresión.
El azúcar es adictivo y perjudicial para la salud. Y se asocia con el punto anterior ya que, además de alterar la producción de neurotransmisores, el azúcar altera el ratio de la flora intestinal buena versus la mala, llevando a problemas de inflamación crónicos. Eso sin contar los problemas asociados con la insulina, la cual de nuevo está asociada al estado de ánimo, debido a la alteración de glutamato en los niveles cerebrales que desencadena.
Por ejemplo la bacteria Lactobacillus rhamnosus tiene efecto sobre los niveles GABA el cual disminuye los niveles de la hormona corticoesteroide inducida por el estrés disminuyendo así las respuestas de estrés del organismo (ver abstract).
Cambios en la dieta:
Lo recomendado es reducir el consumo de azúcar, con un máximo de 25 gramos al día, reduciendo especialmente la fructosa.
Así mismo y con la función de mejorar la flora estomacal, se recomienda ingerir alimentos fermentados (por ejemplo yogur y queso).
A esto añadiré las recomendaciones generales, es decir, en estados de depresión es importante que el cuerpo esté lo más sano posible y reciba las cantidades necesarias de nutrientes, prestando especial atención a frutas y verduras para cubrir las necesidades vitamínicas y de minerales y nutrientes. Son importantes el hierro, el zinc y todos los que afectan a los procesos cognitivos. Así mismo es muy importante reducir el consumo de productos tipo bollería industrial, bebidas azucaradas y toda la “comida basura”. Es necesario reducir el consumo de alcohol y tabaco en la medida de lo posible. Es importante seguir las recomendaciones de 5 comidas diarias en horario regular.
El ejercicio: muy infravalorado
Si bien es cierto que cualquier terapeuta sabe sus beneficios pero sin duda como añadidos a una terapia principal. Las recomendaciones suelen ser de dar paseos diarios y empezar lentamente (una persona depresiva no va a iniciar un programa intensivo de ejercicio físico así como así).
Lo cierto es que en el tema del ejercicio se debería insistir más. El ejercicio regula los niveles de insulina del cuerpo además de inducir que segreguemos otras hormonas relacionadas con la felicidad (por ejemplo, endorfinas y serotonina).
Estudios recientes en animales han comprobado que el ejercicio físico ayuda a eliminar Kynurenina (una proteína nociva). Esta se acumula durante el estrés (ya que surge del triptófano) y son las encimas que se producen durante largos periodos de ejercicio físico las que la eliminan (una vez los músculos se han condicionado y adaptado al ejercicio físico). Esta proteína está asociada con la depresión, el suicidio y la esquizofrenia.
Conclusiones:
¡Todo el mundo a hacer ejercicio, tomar el sol y seguir una dieta saludable y baja en azúcares!
Nosotros con la dieta mediterránea y el clima que tenemos aún tenemos suerte pero para aquellos que sean de estar sempre en casa, que sepáis que vuestro cuerpo necesita esa luz del sol y el ejercicio físico en el exterior.
Fuente: Mercola.
Imagen: Devianart.