Otro año más ha sido Halloween! Esta fiesta se está volviendo cada vez más popular en algunos países, y en España ha eclipsado a nuestra “Noche de los difuntos”. Ahora esta noche está dedicada a disfrazarse de algún personaje de terror clásico o moderno y asustar a la gente por la calle.
Si pensamos en disfraces típicos de estas fiestas se nos vienen a la cabeza disfraces de vampiros, zombies, hombres lobo… Estos personajes de terror han protagonizado libros y películas, pero sus raíces son más antiguas de lo que parece. Algunos investigadores creen que estos personajes se han “creado” al observar pacientes con determinadas enfermedades, que les dan unos síntomas especiales. Si se exageran estos síntomas contando historias a lo largo del tiempo, el caso se vuelve objeto de superstición, y estaremos ante un vampiro, o una bruja “idealizada”. Vamos a comentar algunos de estos casos. ¿Empezamos?
Brujas
La definición tradicional de bruja es aquella persona que ha realizado un pacto con el diablo para obtener poderes mágicos. Cualquier mujer acusada de brujería era inmediatamente sentenciada a la hoguera, una práctica que estuvo tristemente de moda en los juicios de Salem de 1692 en Massachusetts. En unos meses, en la ciudad de Salem fueron acusadas de brujería más de 150 personas, normalmente sin pruebas suficientes. Este caso ha sido estudiado por diferentes científicos para intentar entender cómo funciona la psicología humana en casos de histeria colectiva, como el que tuvieron que sufrir los habitantes de Salem. Curiosamente, se llevó un registro de todos los juicios, por lo que un grupo de economistas dirigidos por Franklin Mixon elaboró mapas con las localizaciones de los acusados y de los acusadores, al hacerlo comprobaron un hecho interesante: la mayor parte de brujas vivían en el oeste del pueblo, mientras que los acusadores vivían en el lado este. Probablemente algún suceso provocó la enemistad de ambas partes del pueblo, usando el argumento de la brujería para acusar y eliminar al vecino.
Otra manera de ver estos resultados es pensando en la brujería como una enfermedad. En el caso en Salem se habría producido una epidemia especialmente localizada en una mitad del pueblo. Si este es el caso ¿cuál puede ser el agente causante de la brujería? Hay indicios que apuntan que un hongo es el culpable, el Claviceps purpurea. Este hongo alucinógeno que crece en ambientes húmedos y fríos durante el mes de otoño (todo el fenómeno de la caza de brujas ocurrió durante la temporada de esta seta), contiene agentes básicos del LSD, y al comer pan contaminado por él provoca alucinaciones y comportamiento errático. Es fácil pensar que estos hongos provocarían síntomas fácilmente interpretables como brujería. Si se llegara a comprobar que la contaminación surgió únicamente en el lado de las brujas, se podría tener una posible solución al misterio de Salem.
Vampiros
Probablemente el famoso Conde Drácula, personaje literario basado en el Conde Vlad III de Transilvania, tuviera una forma especialmente grave de la enfermedad de la porfiria. En las formas leves, el paciente sufre de anemia y tiene problemas a la hora de producir sangre, dando un aspecto demacrado. En los casos más graves, la porfiria produce síntomas similares a los que asociamos con los vampiros: sensibilidad a la luz, palidez, crecimiento de las encías (lo que hace que parezca que aumentan los colmillos) y malformaciones leves en la cara.
Además, hace siglos el tratamiento para la anemia consistía en beber sangre (un método lleno de lógica pero no muy efectivo médicamente), lo que puede haber formado la idea popular de la sed de sangre de los vampiros. Por otro lado, la porfiria se transmite genéticamente, más fácilmente cuando se procrea entre familiares (como suele pasar en familias reales). Así que es posible que alguien de la nobleza como el Conde Vlad tuviera esta enfermedad. Para más información puedes ver el siguiente artículo de Medciencia.
Zombies
Hace poco ha resurgido la moda zombi en todo el mundo. Señal de ello son series y películas como “The Walking Dead“. Normalmente los zombies son un elemento de la cultura popular moderna, desde el estreno de la primera película del género: “La noche de los muertos vivientes” de George A. Romero. Sin embargo, el concepto de los zombies es más antiguo y proviene de un ritual de magia negra realizado en Haití. Para convertir a alguien en zombi, se le daba a comer un polvo producto de varias plantas rico en un compuesto llamado tetrodoxina. Ingerir unos miligramos de este compuesto produce pérdida de conciencia y catalepsia, es decir, una disminución del pulso cardíaco y respiratorio, hasta el punto de parecer muertos. A continuación, la persona era enterrada durante días, cuando se despertaba de su letargo salía de la tierra y “volvía al mundo de los vivos” como zombi. Otra característica de la tetrodoxina es que provoca un daño irreversible pero muy específico en el cerebro: la persona sigue siendo capaz de ponerse en pie y obedecer instrucciones simples, pero desaparece cualquier rasgo de consciencia. Se vuelve un autómata con un estado más cercano al coma que a la vida. Eso es muy parecido a lo que llamamos zombi pero sin posibilidad de infección ni contagio, pudiendo ser usado como esclavo. Actualmente no se han encontrado pruebas físicas suficientes para confirmar el uso habitual de la tetrodoxina en la zombificacion, por lo que todo esto entra en el ámbito de las leyendas urbanas.
Hombres lobo
Los hombres lobo son uno de los elementos culturales de terror más antiguos, cuyo origen se encuentra en el paganismo europeo. Se piensa que las personas acusadas de ser hombres lobo probablemente tendrían una enfermedad llamada hipertricosis. Esta enfermedad empeora a lo largo de la vida de la persona, y puede ser genética o adquirida. Provoca un aumento excesivo del vello corporal, más negro de lo habitual y que crece en forma de “parches” desiguales, y un crecimiento anómalo de las encías que provoca un aumento de la longitud de los colmillos. De hecho, a esta enfermedad también se la conoce como síndrome del hombre lobo. Probablemente la asociación con la luna llena provenga más del lobo y de sus aullidos a la misma, combinados con las excursiones nocturnas que debían realizar estos pacientes para evitar las miradas ajenas.
Ya habéis aprendido la moraleja: no es que los vampiros, los zombies o los hombres lobo existan, sino que parecen ser diferentes victimas de enfermedades incomprendidas a lo largo de la historia. A saber qué tipo de leyendas se formarán en el futuro.
Fuente | Live Science