Las personas afectadas por los atracones alimentarios, el abuso de sustancias, el trastorno obsesivo-compulsivo… Todas podrían compartir un patrón común de toma de decisiones y similitudes en la estructura del cerebro, según una nueva investigación de la Universidad de Cambridge. En el estudio, publicado en la revista Molecular Psychiatry, los investigadores han constatado que las personas que se ven afectadas por trastornos relacionados con la compulsividad tienen menores volúmenes de materia gris (en otras palabras , menos células nerviosas) en las regiones del cerebro implicadas en el seguimiento de objetivos y recompensas.
¿Cómo decidimos?: el piloto automático
En nuestra vida cotidiana tomamos decisiones basadas en dos cosas: por hábito o para lograr un objetivo específico. Por ejemplo, cuando nos dirigimos a casa después del trabajo, tendemos a seguir opciones habituales. En otras palabras, ponemos en funcionamiento nuestro modo de “piloto automático”, porque conocemos la ruta y porque no pretendemos que haya cambios en esta actividad tan habitual.
Sin embargo, si nos trasladamos a vivir a una calle cercana, deberemos, por fuerza, poner en marcha una nueva opción no automática, basada en un objetivo. Éste podría ser tan sencillo como encontrar la ruta más rápida. Esta opción no es automática, y nos hace estar atentos. Si mantuviéramos el piloto automático en marcha, por el contrario, iríamos a parar a nuestra antigua casa. Recuerdo siempre la anécdota de una amiga que diariamente acudía a la universidad en coche. Un día se le cambiaron los planes y tuvo que ir a otra ciudad. Mi amiga mantuvo el piloto automático encendido no sé por qué motivo, quizás porque debería tener otras cosas más importantes en la cabeza, pero el caso es que al darse cuenta había acudido, sin darse cuenta, a la universidad.
Falta de control en las decisiones
Habiendo definido este proceso “normal”, es importante decir que no siempre podemos controlar el proceso de toma de decisiones y hacer elecciones repetidas, incluso cuando sabemos que son malas para nosotros. En muchos casos, esta falta de capacidad por decidir es relativamente benigna (como ser tentado por un pastel cuando seguimos una dieta de adelgazamiento), pero los casos extremos pueden conducir a trastornos compulsivos. Por ejemplo, en el trastorno obsesivo compulsivo por la limpieza, los afectados no pueden controlar la no voluntad de llevar a cabo los rituales y manías para hacer las tareas hogareñas diarias, que se repiten todos los días casi sin variantes.
Los investigadores ingleses, con el fin de entender qué sucede en el organismo cuando se produce un mal funcionamiento en el proceso de toma de decisiones, compararon a casi 150 personas con trastornos (dependencia de metanfetamina, obesidad con ingesta compulsiva y trastornos obsesivo-compulsivos) con voluntarios sanos de la misma edad y sexo.
En primer lugar, los participantes del estudio participaron en una tarea informatizada para examinar su capacidad de tomar decisiones destinadas a recibir una recompensa más allá de la toma de decisiones compulsivas. En un segundo examen, los investigadores compararon escáneres cerebrales tomados mediante resonancia magnética (RM) en individuos sanos y en un subgrupo de individuos obesos con o sin trastorno por atracón (subtipo de la obesidad en el que la persona come compulsivamente grandes cantidades de comida rápida).
Los investigadores constataron que todos los trastornos analizados estaban conectados por un alejamiento de las conductas dirigidas a un objetivo hacia opciones habituales automáticas. Las imágenes por resonancia magnética mostraron, además, que los sujetos obesos con trastorno por atracón tienen volúmenes de materia gris más reducidos en comparación con aquellos que no comen en exceso. Estas regiones del cerebro están involucradas en el seguimiento de objetivos y recompensas. Incluso en voluntarios sanos, volúmenes más reducidos de materia gris estaban asociados con un cambio hacia opciones más habituales.
Por lo tanto, según el estudio, al parecer este tipo de trastornos tienen un hilo conductor subyacente: en lugar de que una persona haga una elección basada en lo que uno piensa que va a pasar, la elección es automática o habitual.
Fuente: Universidad de Cambridge
Imagen | Benjamin Bustamante