No creo que sea la primera ni la última vez que penséis en una persona y no sepáis si lo que sentís es amor, lujuria o ambos. Es una pregunta que cada día se hacen cientos de personas, porque vivimos confundidos, y nuestro cerebro no ayuda mucho en esta situación. Porque, a veces, para el cerebro ambas cosas pueden llegar a ser lo mismo.
Entonces, ¿hay alguna forma de saber que nuestra pareja será algo duradero? ¿o simplemente será una aventura sexual, sin más? Seguramente el día que lleguemos a responder con facilidad a esta pregunta se solucionaran muchas ideas confusas en muchas relaciones.
Para empezar, según nos explica la gran antropóloga biológica Helen Fisher, de la Universidad Rutgers, existen tres sistemas neurales distintos que participan en el amor: el hipotálamo para la lujuria, el Área Tegmental Ventral (ATV) para el amor romántico, y el núcleo pálido ventral para la atracción. Según ella, las situaciones de amor confuso y lujuria están estrechamente relacionadas, tanto en experiencia como en biología.
“Estos sistemas cerebrales trabajan juntos a menudo, pero también trabajan por separado. Uno puede sentir un profundo apego por una pareja, estar enamorado de otra pareja, y sentir atracción sexual por muchas otras personas. No hay coincidencias, pero de la misma forma que un caleidoscopio, los patrones son diferentes”
Lo curioso es que este “caleidoscopio” puede ir cambiando, basándose en la experiencia, la edad u otros factores ambientales. Si nos centramos en la cuestión de lujuria o amor, Fisher comenta que la lujuria puede convertirse en amor, y viceversa (algo que habréis sentido alguna vez). Eso sí, Fisher no puede dar una respuesta concreta, ni como diferenciar una situación de la otra.
Por otra parte, Jim Pfaus, investigador de la Universidad de Concordia, también ha analizado como actúa el cerebro en el amor y la lujuria. De la misma forma que Fisher, Pfaus dice que el amor y el sexo son diferentes, pero coincidentes. Además, el cree que la lujuria puede conducir al amor.
Pfaus ha encontrado que el amor y el deseo activan diferentes partes de una zona cerebral llamada cuerpo estriado. Así pues, la lujuria no activa solo el hipotálamo (como describe Helen Fisher), sino que también activa el cuerpo estriado ventral, una zona relacionada con el sistema de recompensa del cerebro.
Además, también encontró que el deseo o lujuria está vinculado a la activación de la ínsula, una zona que se encuentra en la profundidad del córtex cerebral y que está relacionada con las emociones. Por esto, Pfaus sostiene que a menudo la lujuria puede acabar en amor, con el tiempo.
Eso sí, el estudio de Jim Pfaus no nos concreta cuando se produce este cambio, ni cómo podemos diferenciar entre sentimientos de amor o de deseo. De todas formas, nos da un poco de información sobre porque es fácil confundirse, y porque la lujuria puede, a veces, dar lugar al amor, si nos dejamos.
Al menos, después de haber leído esto, entenderéis un poco mejor porque a veces no reconocemos bien lo que sentimos, y porque no nos damos cuenta de cómo una relación que empieza como una “aventura sexual” acaba en un amor de verdad.
Vía: Big Think.