Eric Steen y Jeffrey Dietrich entraron por primera vez en el trastero en noviembre de 2012, no sabían si era el que iban a alquilar para lograr su objetivo, pero una vez dentro lo decidieron: ahí formarían su empresa de biología sintética. Eric y Dietrich miraron la habitación sucia y vacía dispuestos a transformarla en un laboratorio casero.
Así se fundó Lygos, una compañía creada por bioquímicos con ganas de mejorar el mundo empezando desde cero, como Apple o como Facebook, y con la novedad de ser un laboratorio de biología sintética, uno de los campos más innovadores y con mayor avance en el último año. Pero empecemos por el principio: ¿Qué es la biología sintética?
La biología sintética se basa en la posibilidad de generar biomoléculas con propiedades que no existen en ningún ser vivo. Podemos introducir las instrucciones para generar estas moléculas en forma de ADN y hacer que alguna bacteria fabrique estas moléculas por nosotros. Hay miles de aplicaciones posibles, desde generar bacterias capaces de comer plástico hasta virus capaces de erradicar una enfermedad en vez de producirla.
Si se tiene la maquinaria de laboratorio necesaria (que no es barata), una buena idea y los conocimientos necesarios para llevarla a cabo, solo se necesita tiempo y esfuerzo para lograr crear una nueva molécula mediante prueba y error. Y esas cinco cosas las tenían Erin y Jeffrey cuando decidieron crear Lygos en su trastero, volviéndose famosos al poco tiempo dentro del mundo empresarial.
Cuando iniciaron su proyecto estudiaron las pocas empresas de biología sintética existentes y se dieron cuenta de un gran punto débil en común: todas aspiraban demasiado alto. La mayoría de empresas se centran en buscar combustibles biológicos y lograr un contrato con alguna gran compañía petrolífera multimillonaria como Shell o Repsol. Este objetivo es realmente bueno ya que tarde o temprano se acabará el petróleo y con él, nuestro suministro de gasolina, gasoil y plástico. Si se diseñan sustancias similares al petróleo pero de origen biológico, todo dependería de cultivar y dejar crecer a los microorganismos productores. Esta solución sin duda acabará haciendo millonaria a una empresa de biotecnología, pero no sabemos cuándo acabará el petróleo (aunque será pronto) así que realmente es una estrategia de alto riesgo, y mucho más para dos personas en un garaje. Por este motivo quisieron orientarse en un campo más factible y útil: la industria del medicamento.
Hay una propiedad que hace a la bioquímica de los seres vivos diferente de la química del laboratorio: la asimetría (o, como se dice en química, quiralidad). La mayoría de las moléculas presentes en los seres vivos son asimétricas y necesitan ser de una forma exacta para funcionar. Si se provoca una reacción química en un laboratorio entre dos compuestos químicos, acabaremos obteniendo normalmente una mezcla entre dos componentes químicos con la misma composición pero siendo uno de ellos la imagen especular del otro. Esto es debido a que cuando se produce la reacción química, los átomos son capaces de conectar de diferentes maneras dando resultados diferentes pero especulares entre ellos. En los seres vivos las reacciones químicas normalmente se producen gracias a las enzimas, moléculas encargadas de “obligar” a los compuestos a conectar y reaccionar de una única manera por lo que solo se produce un producto químico posible. Es difícil obtener en la industria y en los laboratorios muestras puras de un único compuesto químico, normalmente llevan la mezcla de imágenes especulares. Esto es importante ya que existen compuestos químicos en medicina que son dañinos en una de sus formas y con efectos beneficiosos si se usa en la forma especular. Se intenta desarrollar reacciones químicas capaces de evitar este problema, pero la mejor solución pasa por la biología, y por supuesto, la biología sintética.
Actualmente Erin y Jeffrey buscan crear bacterias capaces de generar diferentes medicamentos en su estado puro, sin imágenes especulares peligrosas y abaratando los costes de su producción a nivel industrial. Son los únicos de su campo centrados en eso, y parece que les va bien desde su trastero. Solo el tiempo dirá si serán el siguiente Steve Jobs.
Fuente e imagen| Wired, Berkeley Lab