Memoria de trabajo, ¿la clave del éxito académico?

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La memoria de trabajo es un tipo de memoria a corto plazo que está directamente relacionada con el almacenamiento temporal de información, así como la manipulación de la misma. Nos permite integrar percepciones instantáneas producidas en períodos cortos y combinarlas con el recuerdo de experiencias pasadas, de modo que puede decirse que es parte imprescindible en tareas cotidianas como mantener una conversación, sumar números o leer una frase. Asimismo, es esencial para la reflexión y la resolución de problemas.

Con lo dicho, es lógico pensar que la memoria de trabajo en niños podría estar ligada fuertemente a la lectura y el rendimiento académico, como ha indicado un nuevo estudio de la Universidad de Luxemburgo y universidades asociadas de Brasil. Y lo más interesante de este trabajo es que, al parecer, sería una conclusión válida con independencia de la condición socioeconómica de los más pequeños. Esto sugiere que los niños con dificultades de aprendizaje pueden beneficiarse de métodos de enseñanza que eviten la sobrecarga de la memoria de trabajo. La investigación se ha publicado en la revista Frontiers in Psychology.

El estudio se llevó a cabo en Brasil, en 106 niños de entre 6 y 8 y de una amplia variedad de orígenes sociales (la mitad de los voluntarios vivía por debajo del umbral oficial de pobreza). Como ya se habían realizado estudios similares en el mundo de habla inglesa, para los científicos fue especialmente interesante comprobar que los resultados en todos los casos fueron similares, tanto para sociedades con menos desigualdad como para sociedades con una desigualdad social y económica considerable.

El estudio trató de identificar las habilidades cognitivas que sustenta el éxito en el proceso de aprendizaje. Se analizó el coeficiente intelectual de los niños, así como su función ejecutiva, es decir, el conjunto de procesos cognitivos que utilizamos para controlar nuestros pensamientos y acciones: cómo recordamos la información, cómo controlamos nuestras emociones, cómo prestamos la atención y cómo se produce el cambio entre nuestros pensamientos. Otro de los elementos que definen la función ejecutiva es precisamente la memoria de trabajo. Los resultados de estos análisis se compararon con los logros en lectura, ortografía, matemáticas, lenguaje y ciencias.

Las conclusiones muestran que las habilidades de la memoria de trabajo de un niño (su capacidad de mantener y trabajar con información en la mente) predicen el éxito en todos los aspectos del aprendizaje, con independencia del nivel de inteligencia.

Los hallazgos sugieren la importancia de la detección y la intervención tempranas en niños con problemas de aprendizaje, especialmente en un contexto de pobreza. En la actualidad, rara vez una mala memoria de trabajo es identificada por los profesores, a pesar de que, según el estudio, podría ser un predictor importante (no el único, claro está) del éxito académico.

Neuroeducación

La optimización de la memoria de trabajo forma parte de un seguido de estrategias empleadas en una reciente disciplina educativa, la neuroeducación, que aúna neurociencia, educación y psicología, y que consiste en aprovechar los conocimientos sobre el funcionamiento cerebral para enseñar y aprender mejor.

La neurociencia se basa en unos principios basados en el funcionamiento del cerebro que tienen un soporte experimental definido y que resultan imprescindibles en la práctica educativa. He aquí algunos, extraídos de este artículo:

  • El cerebro es plástico, de modo que puede garantizarse la mejora de cualquier alumno y, en concreto, puede actuar como mecanismo compensatorio en trastornos del aprendizaje como la dislexia y el trastorno por déficit de atención con hiperactividad.
  • Las emociones importan: la educación emocional es imprescindible porque contribuye al bienestar personal y social.
  • La importancia de la atención: la curiosidad lleva a la atención, y la atención lleva a la reflexión. Estos tres elementos son esenciales para que la información esté cierto tiempo en la memoria de trabajo.
  • El ejercicio físico mejora el aprendizaje.
  • La práctica continua permite progresar: el cerebro conecta la nueva información con la ya conocida, por lo que aprendemos mejor y más rápidamente cuando relacionamos la información novedosa con los conocimientos ya adquiridos. Para optimizar el aprendizaje, el cerebro necesita la repetición de todo aquello que tiene que asimilar. Y esto se hace mediante los automatismos, que permiten que se consuma poco espacio de la memoria de trabajo. Es sabido que los alumnos que tienen más espacio en la memoria de trabajo están más dotados para reflexionar. ¡No hay que saturarla!
  • Juego como herramienta educativa: el juego puede concebirse como mecanismo natural que despierta la curiosidad, es placentero y permite descubrir destrezas útiles para desenvolvernos en el mundo. Se libera dopamina que hace que la incertidumbre del juego constituya una auténtica recompensa cerebral y que facilita la transmisión de información entre el hipocampo y la corteza prefrontal, promoviendo la memoria de trabajo.

Fuente | Sciencedaily

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