Modificaciones epigenéticas en los nacimientos por cesárea

En anteriores artículos de MedCiencia os hemos hablado de la epigenética,  una rama de la genética basada en que no toda la información de nuestras células está contenida en la secuencia de ADN, sino que también lo está en otros factores que, en ocasiones, pueden estar relacionados con el ambiente en el que vivimos. Son muchas las situaciones que pueden producir estos cambios, pero hoy os vamos a hablar de una muy concreta: la cesárea.

¿Qué es una cesárea?

Aunque probablemente todo lo que sepáis, en primer lugar vamos a recordar brevemente en qué consiste la cesárea. En ocasiones, por diversas razones, el nacimiento de un bebé no puede tener lugar a través de un parto vaginal normal, por lo que es necesario extraerlo a través de cesárea, una intervención quirúrgica basada en una incisión en la pared abdominal de la madre.

Modificaciones epigenéticas en las células madre del bebé

Este descubrimiento fue llevado por científicos del Instituto Karolinska, de Estocolmo. Para su realización fueron necesarios los cordones umbilicales de 43 bebés, de los que 18 habían nacido por cesárea y 25 por parto normal.  Además, también se analizó el ADN de 12 lactantes, de los que la mitad eran nacidos por cesárea y la otra mitad por parto convencional.  Tras analizar las muestras, se concluyó que existían diferencias remarcables en la metilación de casi 350 regiones del ADN, coincidentes con zonas especialmente relacionadas con la respuesta inmunológica y el metabolismo.

Esto podría responder por qué los niños nacidos por cesárea a menudo tienen más posibilidades de sufrir enfermedades como asma, obesidad, celiaquía o diabetes tipo I.

¿Cuál podría ser la causa de estos cambios?

El parto convencional supone una situación de muchísimo estrés para un bebé. Ninguno lo recordamos, pero intentar poneros en el lugar de ese niño que, después de 9 meses de comodidad absoluta, sale por un agujero tan pequeño y se encuentra con este mundo tan diferente a lo que conocía hasta el momento.  Es una suerte que lo olvidemos, porque debe ser una situación muy traumática. Pues, precisamente, el haber soportado ese estrés prepara al bebé para el exterior, activando sus sistemas de defensa, algo que no ocurre en el caso de los nacidos por cesárea.

Por lo tanto, de nuevo estamos ante un ejemplo de que lo que somos no está en nuestro ADN desde el minuto cero, sino que puede ir cambiando según lo que nos vayamos encontrando a lo largo de nuestras vidas.  Y es en el minuto uno cuando se empieza a forjar definitivamente quiénes somos.

Vía Medical Express News-medical

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