¿A quién no le ha ocurrido? tener síntomas como picores en la piel, dolor de cabeza o náuseas y no saber por qué. Síntomas que pueden desaparecer así cómo vinieron. Muchas veces pensamos directamente en una causa física, por ejemplo que haya una “pasa” de algún virus y lo estemos incubando, que nos haya sentado mal algo que hemos comido o que tengamos la tensión baja o nos falte azúcar. Algunos síntomas incluso nos alertan de algo más grave, cómo una enfermedad seria. Pero muchas veces iremos al médico y éste descartará enfermedad física y no encontrará la causa real. A veces la causa no será “tangible” o demostrable, pues será nuestra mente la que esté creando ese síntoma, aunque nosotros seamos ajenos a ello.
La somatización
Se define como una enfermedad física que se cree que es causada o agravada por factores mentales. Estas personas muestran síntomas físicos que no parecen estar vinculados a ninguna enfermedad o lesión específica sino que los síntomas son provocados por el estrés social o psicológico. Estos trastornos son también llamados trastornos somatomorfos (la somatización es uno de los diferentes tipos de trastornos somatomorfos, otros son por ejemplo la hipocondría o la conversión, aunque hoy no entraremos en ellos). Algunas enfermedades físicas se cree que son particularmente propensas a ser agravadas por factores mentales como el estrés y la ansiedad. Por ejemplo: la psoriasis, eczema, úlceras de estómago, presión arterial alta y enfermedades del corazón. Pero también estamos hablando por supuesto de síntomas completamente causados por un factor mental sin alteración física causante previa.
En un estudio sobre el tema de los 1000 pacientes que se analizaron en un período de 3 años y que presentaban 14 síntomas comunes (incluyendo dolor en el pecho, fatiga, mareos, dolor de cabeza, edema, dolor de espalda, falta de aliento, insomnio, dolor abdominal, entumecimiento, impotencia, pérdida de peso, tos y estreñimiento) sólo en el 16 % de los casos se encontró una causa física. Esto no quiere decir que sólo el 16 % de todas estas quejas hayan tenido una causa física y el otro 84 % tengan una causa psicosomática, sino más bien significa que el 84 % de los síntomas no tenía ninguna causa física conocida.
Otros estudios (cómo este) sugieren que hasta el 20% de los casos que acuden a atención primaria por síntomas físicos estarían relacionados con causas de origen psicológico.
Los síntomas varían ampliamente y pueden afectar a diferentes órganos. Estos son los síntomas más comunes:
- Dolor en diferentes regiones del cuerpo (cabeza, espalda, pecho, abdomen, parte inferior del abdomen).
- Mareos.
- Trastornos cardiocirculatorios: falta de aliento, sensación de tensión, escozor o sensación de opresión en el pecho, arritmias.
- Trastornos gastrointestinales: irritación intestinal o del estómago con náuseas, sensación de llenura, dolor abdominal, deposiciones irregulares.
- Síntomas del tracto urinario: vejiga irritable, frecuente dolor al orinar, dificultad para orinar.
¿Cómo ocurre la somatización?
La manera exacta en que la mente de una persona puede causar ciertos síntomas físicos sigue siendo poco clara. Cómo la mente de una persona puede afectar a las enfermedades físicas reales no se conoce con certeza. Ciertos síntomas son más fáciles de entender que otros. La mente controla las respuestas del sistema simpático (que se encarga de la inervación de los músculos lisos, el músculo cardíaco y las glándulas de todo el organismo), y las del sistema parasimpático (que controla las funciones y actos involuntarios, se encarga de la producción y el restablecimiento de la energía corporal) y hormonales. Un estresor externo puede afectar a la mente de manera que esta altere el funcionamiento que regula de otras áreas corporales. Así pues el estrés afecta a la respuesta neurotransmisora y consecuentemente a la hormonal, la del sistema simpático y la del parasimpático, etc… Y cómo estos sistemas regulan el funcionamiento del cuerpo y los órganos, cualquier alteración (sobre todo si tiene cierta duración) puede alterar el cuerpo y presentar síntomas observables como rojeces en la piel, dolores, mareos, náuseas, etc… Además existe evidencia de que el cerebro tiene la capacidad de afectar a ciertas células del sistema inmune, algo implicado en diversas enfermedades físicas y en su empeoramiento o vulnerabilidad.
Tratamiento de la somatización
Estos trastornos generalmente no se tratan con medicamentos a menos que se asocien de alguna manera con alguna otra enfermedad psiquiátrica bien definida como la depresión mayor, el trastorno de ansiedad generalizada, el trastorno obsesivo compulsivo o el trastorno de pánico. La psicoterapia es el tratamiento de elección.
El terapeuta ayudará al paciente a entender la relación entre la mente y el cuerpo y cómo ciertas creencias están causando a la persona el tener esos síntomas de una manera pronunciada. Se aplicarán técnicas cognitivo-conductuales para replantear las distorsiones cognitivas y de este modo reducir la intensidad de los síntomas. También se les darán pautas de psicoeducación sobre la manera de manejar el estrés. La psicoterapia tiene la ventaja de evitar los analgésicos o medicamentos adictivos como las benzodiacepinas, que pueden ser un problema si el paciente llega a depender de ellos excesivamente.
La mente es muy poderosa.
Fuente: Cognitive Healing, Psychology Today, Rayur.
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