La madrugada del 27 al 28 de septiembre ocurrirá un evento único debido a que van a coincidir dos fenómenos que no se han producido desde el año 1982: una superluna y un eclipse lunar a la vez.
¿Una luna de tamaño gigantesco?
El término “superluna” ha cobrado mucha importancia, sobre todo gracias a la tremenda difusión que se realiza a través de los medios de comunicación; sin embargo, el concepto es más bien metafórico puesto que es prácticamente inapreciable para el ojo humano. Si deseas saber más sobre este tema, pásate por el artículo que ya dedicamos en su día: qué es la superluna y por qué aparece.
En su órbita alrededor de la Tierra, la Luna estará más cerca de nosotros a unos 356 991 km de distancia el próximo 28 de septiembre, pero repito que apenas veremos diferencia y nos parecerá una luna llena como otra cualquiera. De hecho, para apreciar un cambio en el tamaño deberíamos comparar de manera exhaustiva las fotografías de la Luna en diferentes fechas realizadas por astrofotógrafos profesionales. La superluna, por tanto, no tiene nada en especial y tampoco influye en nuestras vidas aparte de las mareas.
Además de la superluna del 28 de septiembre, durante esa madrugada también tendrá lugar un eclipse lunar que se verá bastante bien en España, así como en Sudamérica y América Central. El eclipse comenzará a las 2:12 horas de la mañana, alcanzará el máximo a las 4:47 horas y finalizará a las 7:22 horas. Todas estas horas están referidas a la hora peninsular española, que recordemos que en este periodo es UTC+2:00.
Una superluna sangrienta
El eclipse lunar ocurre cuando la Luna pasa por la sombra que proyecta la Tierra en el espacio. En esta ocasión, el eclipse será total; es decir, se meterá de lleno en la sombra de la Tierra, lo que le permitirá adquirir un característico color rojizo que suele recibir el nombre informal de “luna sangrienta”. Al igual que el concepto de superluna, la luna sangrienta no esconde nada mágico ya que simplemente se trata del reflejo de los rayos solares que han sido filtrados por la atmósfera de la Tierra.
Para entenderlo mejor solo hay que imaginarse los colores del cielo en una bonita puesta de Sol. Podemos comprobar fácilmente cómo parte del cielo se torna de color rojo porque los rayos solares tanto de color rojo como verde se dispersan debido a que penetran de manera más importante la atmósfera terrestre. El mismo fenómeno ocurre en un eclipse lunar, pues ese color rojo son los rayos reflejados en la superficie de la Luna que han penetrado previamente en la atmósfera de la Tierra.
Vía | GAME