Muchos de vosotros no conoceréis el DSM. El DSM es el manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, es publicado por la APA (American Psychiatric Association) y es el referente en salud mental mundial (como sería por ejemplo un vademécum para los médicos). Con los años y tras sucesivas revisiones se ha empezado a cuestionar su validez, a pesar de los amplios estudios que avalan los cambios de una edición a otra en esta última edición ha habido muchas quejas y es cierto que este manual ha perdido fuerza y seguidores que prefieren seguir otros criterios, como por ejemplo los del ICD (International classification of Diseases, o CIE por sus siglas en Castellano, manual que no solo incluye los trastornos mentales) creado por la Organización mundial de la salud en un marco Europeo.
Algunos de los cambios más importantes del paso del DSM-IV al DSM-V voy a comentarlos hoy porque creo que es importante conocerlos ya que a mi punto de vista son cambios bastante radicales y, ¿Quién sabe? puede que alguno de vosotros encuentre que su “trastorno” ya no se contempla como tal o que por fin ha aparecido uno que describe mejor sus síntomas.
Los cambios:
– En el DSM-V aparece el “trastorno disfórico premenstrual” que se contemplan como un conjunto de síntomas (problemas de concentración, fatiga, alteraciones del sueño o del apetito, etc. Mínimo se deben presentar cinco) que deben aparecer en la semana previa al inicio de la menstruación siempre cursando con ánimo irritable, inestable, ansioso o depresivo (obligatoriamente uno de los 4 debe estar presente). El debate surge porque mucha gente argumenta que este es un trastorno más bien cultural ya que solo aparece en algunas culturas y no en todas. En la edición anterior se tenía incluido en el epígrafe de Trastornos depresivos no especificados (no era una entidad por sí mismo).
– Aparece también dentro de los trastornos depresivos el “trastorno del estado de ánimo disruptivo y no regulado”. Esta aparición es totalmente nueva. Este trastorno debe aparecer por primera vez entre los 6 y 18 años de edad. Se define como rabietas y enfados repetitivos no proporcionales al nivel madurativo de la persona o a la situación, pueden aparecer agresiones o insultos durante las rabietas y debe haber estado de ánimo irritable o enfadado la mayoría del tiempo entre rabietas debe ocurrir mínimo unas 3 veces por semana.
– Dentro de los trastornos del espectro obsesivo compulsivo aparece por fin el “trastorno por Acaparamiento (Acumulación)” que antes se contemplaba como un subtipo de temática del trastorno obsesivo compulsivo (no diferenciado del resto). Así mismo se incluyen dentro de esta categoría pero como trastornos diferenciados la “tricotilomanía” que antes sí era considerada pero como un trastorno del control de los impulsos y ahora lo es como un trastorno obsesivo (lo cual implica indirectamente una modificación en la concepción de su etimología, mantenimiento y tratamiento) y un trastorno totalmente nuevo que se denominan “trastorno por Excoriación”, que viene a ser un pellizcado compulsivo de la piel que llega a causar lesiones en la piel.
– La hipocondría desaparece pero aparece el “trastorno por ansiedad a la enfermedad” que realmente representa una entidad muy similar a la hipocondría, solo cambiando ligeramente sus criterios.
– Aparece el “trastorno del comportamiento social desinhibido” en niños, que se agrupa dentro de los trastornos relacionados con traumas o eventos estresantes ya que se considera que es causado por negligencias en el cuidado del niño, privación afectiva o cambios que impiden el desarrollo de un apego normal (por ejemplo casas de acogida). Se entiende como una excesiva proximidad a desconocidos, ser demasiado cercanos o familiares, buscar contacto excesivo no propio de la relación de familiaridad con esa persona, además no suelen buscar la figura de seguridad cuando están en ambientes desconocidos.
– En el DSM-IV ya se contemplaba el déficit neurocognitivo y las demencias pero no se incluía un apartado para el “trastorno cognitivo leve” que ahora sí aparece en el DSM-V. La única diferencia es que en el severo se ve afectada la capacidad de funcionamiento independiente en las actividades de la vida diaria mientras que en el leve no.
– Otros cambios interesantes son por ejemplo que un duelo ya no excluye un diagnostico de depresión, que la transexualidad ya no es considerada un trastorno y que desaparece también el diagnostico del trastorno por hiperactividad sexual (no se encontraron evidencias en la práctica de que este existiera como tal).
– En el DSM-V se contempla el diagnóstico de TDAH en adultos incluyendo entre los criterios diagnósticos indicaciones específicas para edades adultas.
– Otras modificaciones radicales son las que ocurren con los trastornos generalizados del desarrollo que en el DSM-V desparecen por completo, entendiéndose que formarían parte de una misma categoría: Los trastornos del espectro autista o TEA. Así pues el Asperger, el trastorno desintegrativo infantil o el trastorno de Rett desaparecen para contemplarse como trastornos del espectro autista con base genética.
– Aparecen la abstinencia por consumo de Cannabis y de cafeína (antes se consideraba que estas dos sustancias no producían síndrome de abstinencia).
– El retraso mental pasa a denominarse discapacidad intelectual.
– Se eliminan los subtipos de esquizofrenia.
– Dentro de los trastornos alimentarios aparece el “trastorno por atracón” (episodios de ingesta excesiva). Antes se consideraba un trastorno propuesto para más estudio.
Además de todos estos cambios el DSM-V reorganiza un poco la ubicación de los trastornos y cambia algunos nombres más, también se retocan o eliminan algunos criterios diagnósticos en varios trastornos y algunos son cambiados de categoría.
Notas importantes:
A mi punto de vista personal sigo pensando que el DSM es una herramienta muy útil, está claro que detrás debe haber un juicio clínico del profesional de la psicología, pero bueno es así con todo, sino no haría falta estudiar una carrera y bastaría con mirar el libro. Sí es cierto que algunos diagnósticos del DSM son algo difíciles de asimilar pero no creo que por ello se deba descatalogar por completo el proyecto.
Realmente los manuales de diagnóstico sirven para que la comunicación entre profesionales pueda ser más rápida y se unifiquen los criterios en investigación y en los diferentes países. Yo puedo utilizar el nombre del trastorno y otro compañero de profesión puede instantáneamente hacerse a la idea de qué tipo de problema presenta la persona, luego a partir de aquí es más fácil comunicar que diferencias presenta el sujeto individual con los criterios genéricos del libro pero esto es más fácil que explicar de cero todos los aspectos.
Es cierto que cada vez más parece que la sociedad patologiza todo tipo de comportamiento pero también hay que tener en cuenta que uno de los criterios incluidos en casi todos los diagnósticos es que el “problema” interfiera con la vida de la persona o le cause dificultades luego alguien puede presentar todos los síntomas y no tener un trastorno si él es feliz así. El objetivo de la psicología es ayudar a quien lo necesita o lo solicita, no “cambiar a la gente” para amoldarla a un referente de normalidad. Y creo que esto está plasmado en el DSM que enfatiza bastante este punto como criterio obligatorio para el diagnóstico. Si la persona no lo ve como un problema (quitando ciertos trastornos graves en los que está presente la falta de conciencia del problema, como en ciertos episodios psicóticos o maníacos) la persona no será tocada para nada (siempre que la persona no dañe a los demás o a sí mismo). Es criterio necesario para el diagnóstico que los síntomas o el problema interfieran de manera significativa con la vida de la persona.
Otro punto que quiero matizar es que en muchos casos de sobrediagnostico hay detrás un problema de mala praxis. Hay casos en los que hay que saber diferenciar una persona con síntomas o rasgos y una persona que presenta un problema completo. Además esto es especialmente importante en los trastornos que conllevan implicaciones como bajas laborales, cambios en el sistema educativo del niño, medicación, etc… En estos casos si no se está seguro creo que es mejor posponer el diagnóstico. A fin de cuentas es posible tratar síntomas o problemas sin tener que ponerles una “etiqueta” o diagnóstico. El tratamiento no deriva siempre del etiquetaje del problema. De hecho hay muchos problemas que puede presentar una persona que pueden no estar contemplados en el DSM pero que no implican que no le podamos ayudar.
Fuente: Autismo en el DSM-V, Infocop, Nuevas enfermedades mentales, DSM-IV y DSM-V.
Imagen: Wikimedia commons.