Son muchas y muy curiosas las consecuencias que puede acarrear un área del cerebro dañada. Un buen ejemplo es el de los casos que el gran Oliver Sacks cuenta en “El hombre que confundió a su mujer con un sombrero”, libro que, por cierto, os recomiendo encarecidamente. Nosotros también os hemos contado algunas en el blog, como el caso del ex presidiario que se volvió poeta tras un derrame cerebral. Pero son muchos más los casos de trastornos mentales cuyos síntomas resultan asombrosos y hoy os voy a hablar de uno de ellos: la paramnesia reduplicativa.
¿Qué es la paramnesia reduplicativa?
Se trata de un trastorno, consistente en la creencia delirante de la existencia de un lugar duplicado. Por ejemplo, la primera persona a la que se le diagnosticó, en 1903, fue una mujer sospechosa de padecer Alzheimer, que se encontraba en observación en la clínica del doctor Arnold Pick. De repente, la señora comenzó a afirmar que la habían trasladado desde la clínica en la que estaba ingresada hasta otra, totalmente idéntica, pero situada en otro lugar, a las afueras de la ciudad.
¿A qué se debe?
Por lo general, las personas que padecen este tipo de delirios, suelen tener afectados simultáneamente el hemisferio cerebral derecho y los lóbulos frontales. Estos daños pueden haber sido causados por muchos motivos, como accidente cerebrovascular, hemorragias cerebrales, tumores o traumatismos. Un ejemplo de esto último es el de unos soldados que, tras sufrir un traumatismo craneoencefálico, creían que el hospital al que se les trasladó estaba en su pueblo natal, que se encontraba a muchos kilómetros de distancia.
Las zonas cerebrales afectadas están estrechamente vinculadas con la memoria y la sensación de familiaridad; por lo que su deterioro cambia la percepción de aquellos que lo padecen, que no son capaces de recordar exactamente ciertos lugares, de modo que emplazamientos totalmente diferentes, les parecen el mismo. Por otro lado, algunos científicos han identificado daños en la región que conecta la corteza visual con los lóbulos temporales, dando lugar a desorientación viso-espacial. Además, el hecho de tener el hemisferio derecho dañado deriva en anosognosia, caracterizada por el desconocimiento de la enfermedad por parte de los propios pacientes que, al no ser conscientes de que la tienen, siguen creyendo sus delirios cada vez más.
Por el momento no existe un modo de tratar este tipo de alucinaciones, por lo que el procedimiento habitual consiste en identificar la dolencia que las desencadenó, cortando así el problema de raíz.
La relación de pareja más complicada que existe es la de los seres vivos con nuestro cerebro. Nos da la vida, pero a la vez nos convierte en sus esclavos y hace con nosotros lo que quiere. Es absolutamente fascinante.