Los que somos fans de la serie Los Simpson, seguro que nos acordamos del capítulo en el que sale el dibujo que es portada de este artículo, el pez de coloración extrañamente anaranjada, con varios ojos, que termina siendo devorado por un pez mayor, de la misma especie, con mayor número de ojos.
Nos puede parecer ficción lo del incremento en el número de ojos, pero hay reacciones reales de los seres vivos a modificaciones que el ser humano hace en el medio ambiente y que pueden resultan inquietantes.
Oxazepam, origen de la locura animal
Se ha publicado recientemente en la prestigiosa revista Science un estudio llevado a cabo por la Universidad de Umea (Suecia) en el que se comprueban los efectos del Oxazepam, un conocido ansiolítico, sobre una especie de perca europea.
El fármaco altera el comportamiento de los peces, haciendo que coman más rápido, se vuelvan más intrépidos y tengan un comportamiento menos social.
Fármacos al agua
Hace unas cuantas semanas hablamos en el artículo “Y tú, ¿ya reciclas tus medicamentos?” la importancia de un correcto reciclaje de los fármacos, ya que como mencionábamos entonces y ahora han vuelto ha corroborar en el estudio sueco, las plantas de depuración de aguas, no pueden tratar y eliminar los medicamentos que arrojamos por la taza del water o por el lavabo.
El Oxazepam es utilizado en psiquiatría para tratar la ansiedad en humanos, pero los residuos de dicho fármaco casi siempre terminan en los sistemas acuáticos naturales. Lamentablemente, se desconocen los efectos de dicha sustancia sobre los ecosistemas.
Perca europea frente al Oxazepam
La especie estudiada es Perca fluviatilis, y los niveles de exposición de este pez a niveles menores a los encontrados en los ríos suecos altera el comportamiento y alimentación de estos animales.
Se realizó el experimento tomando percas control (sin fármaco en el agua) y percas con una concentración de Oxazepam de 1.8 microgramos por litro. Siendo el microgramo la milésima parte de un miligramo nos podemos hacer idea de la mínima cantidad necesaria para provocar efectos como los siguientes en los peces tratados:
– Estando solos, los peces expuestos al fármaco se atrevían a abandonar refugios seguros entrando en áreas nuevas potencialmente peligrosas. Los peces no tratados permanecían en su refugio.
– En cuanto a la permanencia en el grupo, las percas expuestas a la droga, perdían interés por permanecer en el grupo, e incluso algunas se alejaban a gran distancia de sus congéneres. Este comportamiento es totalmente opuesto al de las percas control, que permanecían en grupo.
Los dos comportamientos anteriores, pueden llevar a que los peces se expongan a un mayor riesgo de depredación en el medio ambiente en el que viven.
– En cuanto a la alimentación, los peces en contacto con el ansiolítico devoraban la comida mucho más deprisa que los animales libres del fármaco.
Esto, podría desencadenar problemas ecológicos, como provocar un incremento descontrolado de algas, debido al desequilibrio creado en la cadena alimenticia de los ríos.
¿Qué se puede concluir?
Como indica Tomas Brodin, científico que lidera el equipo de investigación: “por el momento no hay un método útil, económico y práctico para limpiar estos medicamentos de las aguas residuales. Es necesario, por tanto, crear métodos para la limpieza de fármacos de las aguas residuales”.
Otra forma de controlar estos residuos, sería el prescribir fármacos más ecológicos cuando existan alternativas. Para conseguir esto, como indica Brodin, se tendría que comenzar a identificar aquellos productos farmacéuticos que tienen efectos ecológicos clave, como los que producen cambios de comportamiento en animales.
Tal y como comentamos en anteriores artículos sobre los puntos Sigre, además de los avances que propone Tomas Brodin, hay que insistir en que es básico que aprendamos a no consumir de forma compulsiva (siempre ha de ser bajo prescripción médica) fármacos de todo tipo, además de reciclar correctamente los restos de medicamentos, independientemente del tipo que sean, en el punto Sigre de nuestra farmacia más cercana.
Lo que introduzcamos “de novo” en el medio ambiente, será algo que nuestro ecosistema nunca haya encontrado, con lo que las reacciones, como está ocurriendo en los ríos de Suecia, pueden ser imprevisibles.
Fuente: Science
Imagen: Interdefensa