“Es bien conocido que aprender a perdonar a los demás puede tener beneficios positivos para la salud física y mental de un individuo “. Son palabras de la investigadora Saima Noreen, de la Universidad de St. Andrews (Reino Unido) y autora principal de un nuevo estudio publicado en la revista Psychological Science. Añade que “la capacidad de olvidar recuerdos perturbadores puede proporcionar una estrategia de afrontamiento eficaz que permitiría a las personas seguir adelante con sus vidas”.
El objetivo concreto del estudio era encontrar por qué a algunas personas les resulta más fácil perdonar y olvidar que a otros, aun siendo conocedores de los beneficios que el perdón aporta para el mantenimiento de las relaciones sociales, la prevención de conflictos innecesarios o la capacidad de seguir adelante con la vida de uno. Por ello, los científicos exploraron la supuesta relación entre el perdón y el olvido, binomio bien conocido en nuestra sociedad: “yo perdono, pero no olvido”. Tras someter a unos cuantos voluntarios a diferentes experimentos relacionados con el perdón y el olvido, los expertos llegaron a la conclusión de que, tras un perdón real, el olvido acostumbra a llegar tarde o temprano. En resumen: puede costar perdonar y aprender a hacerlo, pero el perdón verdadero viene muchas veces acompañado del olvido. Y eso nos hace más felices a la larga.
Noreen asegura, a través de la nota de prensa ofrecida por la Association for Psychological Science, de donde pertenece la revista en la que han publicado el estudio, que “esta investigación es incipiente y que es probable que la relación entre el perdón y el olvido sea bidireccional y mucho más compleja, así como se desarrolle en períodos más largos de tiempo”.
Un ingrediente esencial para la felicidad
Para Martin Seligman, fundador de la psicología positiva, el perdón, entendido como la capacidad de perdonar a aquellas personas que han actuado mal dándoles una segunda oportunidad, es una de las fortalezas básicas de un ser humano. Es importante matizar que las fortalezas no están relacionadas con las capacidades o el talento, los cuales, si bien pueden mejorarse, tienen una parte innata importante. Para Seligman, las fortalezas son rasgos morales y pueden entrenarse y mejorarse. Y el perdón es una de ellas.
Y además de ser una fortaleza, es uno de los ingredientes básicos para la felicidad. Según este investigador de la Universidad de Pennsylvania, las personas más felices son las que se rodean de amigos, viven a fondo la vida cotidiana y, sobre todo, las que perdonan con más facilidad los errores de uno mismo y de los demás.
La idea clave del perdón es liberarse dejando de pensar en el otro y centrándose en uno mismo. Como decía Seligman: “No puedes hacer daño al culpable no perdonando, pero puedes liberarte perdonándolo”.
Controversia del perdón
En los últimos años, sobre todo en base a los avances de la psicología positiva, el concepto de perdón ha sido objeto de discusiones teóricas y metodológicas. Lo analizaba María Martina Casullo en un estudio breve: si bien muchos investigadores han vinculado, como hemos comentado en este artículo, la capacidad de perdonar con la salud psíquica y el bienestar psicológico, no todos los expertos coinciden en considerar que el poder perdonar es una conducta beneficiosa. Para algunos, de hecho, perdonar hace a los sujetos más vulnerables a la revictimización en los vínculos interpersonales, con presencia de situaciones de abuso y maltrato.
Estas diferencias surgen, generalmente, a partir de la propia definición de partida del “perdón”. Para varios estudiosos del tema el poder perdonar se vincula con la posibilidad de renunciar a sentimientos de enojo y resentimiento, mientras que otros señalan que la reconciliación es un componente central del proceso de perdón.
Os dejo aquí una entrada muy interesante de Enrique Pallarés Molins, doctor en Psicología y profesor titular de la Universidad de Deusto que ha publicado varios trabajos sobre el perdón. Tras leer sobre estos trabajos que verían en el perdón un cierto punto de vulnerabilidad, los ojos se me han ido a la frase “Perdonar no es signo de debilidad”. Para mí, perdonar es más bien un acto de valentía por el simple hecho de que en muchas ocasiones puede resultar muy difícil. Además, como dice Pallarés, “el perdón aquí no se opone a permitir que se haga justicia ni supone olvidar la ofensa”. ¿Podría considerarse una nueva manera de recordar?
Fuente | Sciencedaily