Los sentidos nos proporcionan información acerca de lo que nos rodea. Mediante un conjunto de reacciones fisiológicas, traducen la información recogida en forma de señal sináptica y llega hasta nuestro cerebro a través de las neuronas, donde podremos interpretar la información recogida.
Pero los sentidos que conocemos nos dan más información de la que pensábamos, y desde hace algún tiempo encontramos una correlación entre la muerte, y nuestro sentido del olfato, que nos señalaba como esta podía de alguna forma ser predicha por nuestro olfato.
Utilizando como base de estudio el pequeño gusano C. elegans, los investigadores del Salk Institute realizaron un modelo predictivo que determinaba la muerte del gusano calculándose por sus movimientos hacia la comida guiados por su aroma.
El experimento
C. elegans posee 12 pares de neuronas especializadas en el cerebro que detectan estímulos en el ambiente. Los investigadores ya han identificado previamente diferentes pares de estas neuronas que parecen estar implicados en el proceso de detectar olores.
Sreekanth Chalasani, profesor de Neurobiología Molecular junto con sus compañeros querían desglosar este proceso con más detalle, y para ello midieron la actividad de estas 24 neuronas al exponer al gusano a un compuesto conocido como benzaldehido, un químico que desprende un aroma agradable parecido al de la almendra. Por sorpresa, descubrieron que existían neuronas adicionales implicadas en el proceso.
De esta forma, dividieron los grupos de células en neuronas primarias y secundarias. Las primarias mostraban la actividad en respuesta al benzaldehido, mientras que las secundarias respondían a señales enviadas por las neuronas primarias. Lo que parece una sencilla red, en realidad nos indica que el proceso de captar olores es más complejo de lo que pensábamos en C. elegans, permitiéndole reaccionar de forma dinámica al entorno.
Oliendo tus últimos minutos
Partiendo del conocimiento que los gusanos (junto con otros animales y el ser humano) pierden el sentido del olfato con la edad, Chalasani midió como el circuito de neuronas primarias y secundarias se deterioraba con el tiempo. Mientras que las primarias no mostraban un decline en su actividad, encontraron que las secundarias por su parte se volvían menos activas.
Los animales más viejos que se guiaban hacia el olor con menos problemas vivían un 16% más que el resto. Esto nos permite suponer que la conexión entre neuronas es un proceso que sufre una degeneración progresiva, y que tiene sus consecuencias.
El ser humano posee un sistema nervioso muy complejo. Aun hay muchas preguntas en el aire, existen dudas acerca de si este fenómeno que ocurre en C. elegans podría extrapolarse al humano, dónde también hay comunicación entre neuronas.
Fuente | Salk