Durante mucho tiempo ha existido el mito de que las personas realmente bilingües no tienen ningún acento en las diferentes lenguas que hablan, sin embargo, en realidad lo normal para las personas bilingües es tener acento en una o más lenguas. No tener acento es la excepción.
Pero ¿Por qué algunas personas son capaces de retener el acento de una lengua y otras no?
El Profesor James Flege, de la Universidad de Alabama, experto mundial sobre la cuestión, menciona una serie de factores que explican la presencia de un acento extranjero.
En un documento de 1995 con sus compañeros Murray Munro y Ian MacKay, estudió dos sub-factores: “la formación de hábitos” (los primeros sonidos del lenguaje son sustituidos por los sonidos de una segunda lengua) y la “percepción errónea” (los estudiantes de idiomas dejan de percibir con precisión los detalles fonéticos de una segunda lengua).
Otros factores que James Flege menciona son la motivación para producir los sonidos exactos requeridos (esta motivación puede disminuir, por ejemplo, si los errores de articulación no impiden la comunicación), las diferencias individuales (que incluyen la historia del lenguaje, los hábitos lingüísticos, así como a veces no querer sonar como un hablante nativo) y, por último, la fonética que los bilingües han recibido (por ejemplo, escuchar a otros hablar el segundo idioma con o sin acento).
En su estudio de 1995, James Flege y sus compañeros examinaron la pronunciación en Inglés de 240 adultos nativos italianos hablantes de Inglés que habían comenzado a aprender Inglés cuando emigraron a Canadá entre las edades de 2 y 23 años. Los autores encontraron que la edad de aprendizaje de Inglés ejerce un efecto sistemático en la producción de Inglés de los bilingües. A menor edad de llegada más débil es el acento. Esto puede explicarse por el factor de maduración y también por la cantidad de Inglés oído y hablado desde su llegada.
Pero está claro que otros factores también están presentes. Por ejemplo, en un estudio posterior que utilizó una sub-parte de esta amplia base de datos, James Flege y otros compañeros encontraron que los que hablaban italiano con relativa frecuencia tenían acentos extranjeros significativamente más fuertes que los que rara vez hablaban italiano. Era como si la activación más frecuente de su lengua materna, el italiano, tuviesen un impacto en la pronunciación de su segunda lengua.
En su ponencia magistral reciente, James Flege llega a la conclusión de que el hecho de que los bilingües hayan estado escuchando una segunda lengua durante años, finalmente parece ser más importante que otros factores determinantes que explican el nivel de pronunciación alcanzado en ese idioma. Las pruebas que aporta se basan en parte en un estudio no publicado de Ian MacKay llevado a cabo un poco más de diez años después de su estudio de 1995. Querían ver si sus hablantes ya muy experimentados de Inglés eran capaces de mejorar su pronunciación de esta lengua. Para ello, se volvió a grabar a 160 de los 240 originales inmigrantes italianos con idénticos procedimientos y equipos.
Un primer análisis de los resultados obtenidos parecen indicar que no hubo ningún cambio en la pronunciación de los hablantes de Inglés. ¿Podría ser esto una señal de que la pronunciación de sus participantes fue “fosilizada”? De hecho, un análisis más detallado de los resultados mostró que la pronunciación de un poco más de un tercio de los participantes se había convertido en algo peor durante el período de diez años, mientras que la pronunciación de un 14% había mejorado ligeramente.
Para tratar de entender esto, los investigadores definieron tres grupos: un grupo que ahora usaba menos Inglés (en comparación con 1992), un grupo que usaba más Inglés, y un grupo en el que no hubo ningún cambio. Para cada grupo, se examinó la pronunciación de una serie de consonantes (estos son claros indicadores de la presencia de un acento o no) y encontraron que el grupo que había usado más Inglés en el intervalo mostró la mayor mejoría en la pronunciación. El grupo que no había cambiado en el uso de Inglés mostraron alguna mejoría, pero menos, y el grupo que había utilizado menos Inglés mantuvo en el nivel misma pronunciación.
James Flege cree que el grupo que utilizó más el Inglés probablemente entró en contacto con un mayor número de hablantes monolingües de inglés. De ahí que escucharan más Inglés sin acento, lo que a su vez tuvo un impacto en su pronunciación de los sonidos ingleses. Esto refuerza su intuición de que escuchar es un factor importante en la pronunciación de un segundo idioma.
Fuentes: Psychology Today