Bostezar, o lo que es lo mismo, abrir la boca estilo Rey León y tomar graaaaandes bocanadas de aire, sobre todo en momentos de aburrimiento, sueño, o a veces simplemente porque si, ¿no?
Esta actitud es fisiológica, es decir, natural. Tanto en humanos (empezamos a bostezar ya dentro del útero de nuestra madre) hasta en gatos, perros, chimpancés y demás fauna. La razón no está clara, hayáis oído la teoría que sea, nadie sabe a ciencia cierta porqué bostezamos (esto recuerda al apéndice, que nadie sabe porque está ahí, pero está).
Como decía, hay varias teorías. La más comentada relaciona el bostezo directamente con el aburrimiento. Por otra parte, hay una teoría que directamente nos dice que es un gesto heredado de nuestros antepasados y que servia para enseñar los dientes a nuestros congéneres, con el único propósito de intimidarles y demostrar quien es el más fuerte (personalmente, yo discrepo, porque ese movimiento lo podemos hacer sin bostezar…). Entre las mas modernas podemos comentar la teoría que explica que los bostezos nos sirven para proporcionar una ración extra de oxigeno al cerebro, necesario cuando en el ambiente hay demasiado dióxido de carbono. Por esto es más frecuente bostezar cuando estamos en grupo (el ambiente está más “cargado”).
La última investigación sobre el tema, realizada por los psicólogos de la Universidad de Albany (Nueva York) y publicada en la revista Evolutionary Psychology, tiene otra teoría al respecto. Según estos científicos, el bostezo no serviría para inducir el sueño, sino todo lo contrario. Es decir, sería un mecanismo ideado por nuestro organismo para mantenernos alerta y no sucumbir a las garras de Morfeo.
Además, está el tema del contagio del bostezo (el primero que no haya bostezado solo con leer este artículo o con hablar de bostezos, que tire la primera piedra). Este contagio es irresistible e inevitable; cuando presenciamos un bostezo, lo seguimos casi inmediatamente y sin saber porqué. Según la Universidad de Albany, esto se debería a razones de seguridad: si dentro de un grupo van cayendo en el sueño, el bostezo servirá para mantenerlos despiertos y alerta. Esto se expandería entre todos los miembros del grupo y así la vigilancia será más eficaz. Para hacer la prueba, estos científicos mostraron videos de personas bostezando a cuarenta y cuadro estudiantes que participaron en la investigación.
Como curiosidad, las neuronas responsables del contagio del bostezo son las denominadas “neuronas espejo”, responsables de que nos pongamos “en el lugar del otro”.
Por último, y para desmentir la teoría de que los bostezos sirven para proporcionar más oxigeno al cerebro, los investigadores midieron la variación de oxígeno y dióxido de carbono en sangre del cerebro cuando los participantes bostezaban y cuando no lo hacían, sin hallar diferencias.