“¡Mírame, tengo voz de pitufo!”, es lo que más de uno habremos dicho alguna vez con una voz bastante más aguda a la que tenemos de normal, y sin necesidad de ningún tipo de cirugía ni tratamiento médico. Más bien lo contrario, lo conseguimos de una forma bastante sencilla y, nunca mejor dicho, tan natural como respirar. Basta con inhalar algo de helio, como el que podemos encontrar en el interior de los globos que venden en ferias o que encontramos en fiestas o eventos, e instantáneamente nuestra voz empieza a parecerse un poco más a un chillido estridente. Pero, ¿nunca os habéis preguntado por qué ocurre esto? ¿Por qué el simple hecho de inhalar algo distinto al aire que respiramos normalmente hace que cambie el tono de nuestra voz? Si queréis saberlo, ¡no os perdáis este artículo!
Sonido
El sonido se trata de una onda del tipo que se conoce como mecánicas. Estas ondas se caracterizan porque necesitan un medio material para propagarse, a diferencia de las electromagnéticas que pueden hacerlo sin problema alguno por el vacío (este es el motivo por el que, aunque las películas de ciencia-ficción se empeñen en decirnos lo contrario, en el espacio no oiríamos absolutamente ningún sonido). Su origen viene dado por una presión que se propaga por el material en el que se encuentra y que al llegar a nosotros nuestros oídos interpretan y hacen que lo sintamos y percibamos. En el caso de nuestra voz, el sonido es generado por la vibración de las cuerdas vocales, dos membranas que tenemos en nuestra garganta y que provocan la presión que terminamos escuchando.
Nuestra voz
Al vibrar, estas membranas (al igual que cualquier otra) generan sonidos cuyas características dependen de las condiciones en las que estén. Por ejemplo, la frecuencia variará según el número y la distribución de los puntos de los que esté sujeta la membrana y por cómo lo esté, aunque precisamente esto nos sirve de poco puesto que las nuestras tienen una misma sujeción durante toda nuestra vida y no podemos hacerla cambiar así como así. No obstante, hay también otro factor del que la frecuencia depende y que es el que nos hace llegar a la respuesta de la pregunta que encabeza el artículo: la densidad del medio en el que el objeto que genera el sonido se encuentra.
Concretamente, la frecuencia de la onda generada es inversamente proporcional a la raíz cuadrada de dicha densidad. La voz que nosotros escuchamos normalmente se produce cuando las cuerdas vocales están rodeadas de oxígeno, el aire que respiramos, que tiene una densidad de aproximadamente 1.428 kg/L. Por otra parte, la voz más aguda que nos resulta cuando inhalamos helio se debe a que este es un elemento mucho menos denso que el oxígeno, pues tiene una densidad de 0.1785 kg/L. Esto nos deja con que la frecuencia de nuestra voz se multiplicaría aproximadamente por 2.83, es decir, que sería casi el triple que en condiciones normales. Y, como ya sabemos, cuanto mayor es la frecuencia de un sonido más agudo se escucha este (de la misma forma que a menor frecuencia más grave es), por eso se nos queda esa estridente voz de pitufo después de tragar el aire de un globo.
¡Espero que os haya gustado el artículo y que hayáis disfrutado con la curiosidad! ¡No dejéis de leernos para enteraros de más cosas así!