Ya llega la navidad y cuanto más cerca está más hablamos del tema, la navidad realmente se convierte en algo envolvente, uno no opta por no participar porqué la sociedad básicamente le engulle hacia ella, villancicos en el autobús, decoraciones en el trabajo, cenas de navidad, anuncios de navidad, programas y películas especiales en la televisión, días festivos, y no hablemos si hay niños pequeños en la familia. A casi todo el mundo le gusta celebrar algo, lo que sea. Pero es cierto hay gente a la que no le gusta la navidad y dado que la navidad está hasta en la sopa, no tarda mucho en ser obvio quienes son aquellos a los que no les gusta, pues acaban hasta los….
Seguro que si alguien nos dice que no le gusta la navidad acabamos soltándoles algo tipo: “¿dónde está tu espíritu navideño? ¡La navidad es muy bonita!” Pero es que no tenemos en cuenta por qué a esta gente no le gusta la navidad, este artículo va para ellos, los grandes incomprendidos, tal vez estas navidades son un poco menos avasallados por el abrumador espíritu navideño que tenemos el resto y que está en cualquier sitio al que van o miran.
Motivos por los que la navidad puede no gustar:
1- Es un fenómeno religioso: Bueno, lo era más, pero digamos que su origen es religioso. Hay gente que no comparte celebrar cosas religiosas o a la inversa no ve el sentido de celebrarlas sin la parte religiosa.
2- Es comercial: La navidad, como San Valentín está muy mediatizada y muy explotada por los comercios. Se ha convertido en una excusa para fomentar el materialismo y los gastos innecesarios. Es una fiesta cara que muchos no se pueden permitir (o prefieren no hacerlo). Pero realmente si los demás te hacen regalos y postales, por simple reciprocidad estás obligado a hacerlos también, quieras o no. Y eso puede crear parte del disgusto por las fiestas. Imaginad aquellos padres que no pueden comprar regalos a sus hijos, los cuales ya han sido engullidos por el fenómeno social y sin saberlo los esperan porque “todos sus amigos reciben regalos”. ¿Cómo pueden esos padres explicarles a sus hijos que ni habrá regalos, ni pavo, ni van a ir a ver ningún musical navideño porque simplemente no se lo pueden permitir?
En un tema aparte pero relacionado podemos incluir también a los ecologistas que rechazan la cantidad de papel de regalo y desperdicios que estas fiestas implican, así como el gasto en electricidad y la contaminación que las rodea. Y en eso tienen razón.
3- La “locura social”. La navidad, con toda su presión trae cierta “locura colectiva”. Desde pelearte en una tienda por el último juguete de moda que se ha agotado para tus hijos, hasta reservar con antelación los restaurantes, hasta pasarnos horas cocinando y organizando las comidas o cenas. Dedicamos mucho tiempo y dinero para que todo sea perfecto en los días señalados. La preocupación de si los regalos gustarán (o de que puñetas regalarle a según quién), de si la comida gustará (y ojo que hoy en día tenemos que cocinar teniendo en cuenta a veganos, diabéticos, celíacos, etc…), de si lo que llevamos puesto nos queda bien (y cuanto frío y dolor está uno dispuesto a pasar por estarlo), los atascos en el tráfico y todo el jaleo en los aeropuertos previo a los días señalados, la gente borracha, las multitudes allá donde vas, las tradiciones que se deben cumplir, etc… La navidad puede crear ansiedad, agobio y preocupación sin duda.
4- Las horribles decoraciones, canciones, lucecitas y jerséis de renos: Pues sí, hay gente a la que no le gusta convertir su casa en una especie de burdel navideño. Odian lo que consideran feos y estúpidos objetos que la gente pone por todo. E incluso la musiquita (con letras bastante inverosímiles) que la gente canta embobada parece cierto tipo de adoctrinamiento sin sentido en el que prefieren no participar. No nos olvidemos de la horrible programación navideña (que se repite en varios canales), es cierto que aparte de los clásicos en blanco y negro y la película del Grinch o la de solo en casa, poca elección más hay, más allá de los especiales navideños con cantantes poco solicitados.
5- Casi todo lo que constituye la navidad se conforma por eventos sociales: cenas, conciertos, eventos, procesiones, etc… Pero es que hay gente que no es nada social y a la que esto de tener que cenar con 10 familiares que solo ve una vez al año le resulta incómodo o incluso le crea ansiedad. Para los asociales, los tímidos y la gente con ansiedad social (y los distingo como grupos diferentes), todos estos eventos pueden ser un calvario o incluso un aburrimiento. No lo disfrutan nada.
6- La presión por “ser feliz” y “tener espíritu navideño” sin más. La vida sigue, si no llegas a final de mes, si tu pareja te ha dejado, si estás en el paro, si eres infeliz, el que la sociedad “no te permita serlo”, porque es navidad y “hay que estar feliz” llega a ser muy agobiante. Es como mirar a tu alrededor y ver a un montón de gente feliz sin motivo ni lógica. Es como si esperaran que porque suene un villancico y te comas un mazapán los problemas desaparezcan. Y no es así, mucha gente solo ve acentuados sus problemas al contrastarlos con la felicidad aparente del resto de gente.
7- Son unas fiestas “familiares”. Los hay que no tienen familia y no pueden encajar en ese “ideal” de las fiestas de una familia alrededor de una mesa. Para ellos es más difícil pues es como poner un foco sobre un pilar ausente en sus vidas. Otros simplemente están separados o alejados de los que aman y las fiestas son un recuerdo de esas ausencias.
8- Malos recuerdos. Las navidades pueden convertirse en una fuente de malos recuerdos o de melancolía y nostalgia. Si pasábamos las fiestas juntos y ya no está uno de los miembros de la familia por qué falleció o si lo celebrábamos en pareja y nuestra pareja nos ha dejado. También puede que las fiestas, debido a las altas expectativas que ponemos en ellas nos hayan defraudado año tras año, al no traernos toda la felicidad que prometían, y con los años hayamos llegado a desconfiar de que eso pase nunca en navidades, el ser “así de felices”. O que algo malo pasara una de las navidades y ya se asocie con el resto.
9- Tienes que trabajar en navidades. Sí, es un buen motivo para odiar la navidad.
La presión social (o la que uno mismo se pone), las expectativas y la comercialización han convertido la navidad en una carga para muchas personas. También existe un grupo de gente que adora la navidad y a la que lo que no le gusta son las consecuencias de la misma: Problemas gastrointestinales, aumento de peso, cansancio, resacas, menos dinero que antes de empezar (o deudas y no poder pagar las facturas de enero), cajas y papel de envolver que hay que tirar, regalos que hay que devolver, decoraciones que hay que quitar… Y es que se acaba la navidad y así como vino, el espíritu navideño desaparece, la familia se va y ¡el trabajo vuelve a empezar! No es de extrañar esta pequeña depresión post-navideña.
Pero bueno la navidad debería ser una elección y no una presión, soy feliz porque lo elijo y por qué busco lo que me haga feliz a mí, pero como debería hacerlo todos los días del año, disfruto de ella porqué es una tradición y es una excusa para hacer cosas diferentes, pero intentando no cargarla de expectativas irreales. La navidad es algo que uno elige en realidad, sino no será una época feliz. Y debemos respetar a aquellos que no quieran compartirlo con nosotros, no pasa nada, no están obligados, no dejemos que la “locura navideña” nos abalance sobre ellos como si por no celebrar la navidad sus vidas fueran peores o más tristes.
Fuente: What culture.
Imagen: Flickr.