Hay muchas cosas que damos por sentadas sin pararnos a pensarlas, demasiadas quizás. Una de estas, probablemente, sea el hecho de que los bereberes y la gente que vive en el desierto se abriguen tanto a pesar del calor que hace. ¿Qué ventajas tiene abrigarse cuando hace calor? ¿Debemos abrigarnos nosotros también? No se a vosotros, pero a mi la intuición y la experiencia cotidiana me dice que cuanto más calor hacer, menos ropa quiero tener puesta, porque así estoy más fresco y sufro menos el calor. Sin embargo “los hombres del desierto” parecen tener una idea muy diferente de cómo combatir el calor.
Uno de los principales motivos, pero no el más importante por el que la gente en el desierto se abriga tanto y viven tapados hasta arriba y no tiene que ver con cómo combatir el calor, son las tormentas de arena. En el desierto estas tormentas representan un peligro real, tanto por el daño que pueden hacer como por lo imprevisibles que pueden ser. Para ello ir siempre tapado y bien cubierto es una buena medida, te protege de las heridas que pueda provocar la arena en tu piel y además protege de las bajadas bruscas de sensación térmica debidas al viento (aunque esto último es poco frecuente ya que el viento suele ser muy caliente).
Para combatir el calor extremo, lo mejor es abrigarse
Pero de nada sirve protegerte de tormentas de arena si esa protección significa deshidratación, insolaciones y golpes de calor… así que algo tienen que combatir el calor esas ropas tan cerradas. Y lo cierto es que lo hacen. Las ropas típicas de la gente del desierto son de colores claros (principalmente azul claro) y sirven para reflejar la luz del Sol y su calor mejor de lo que lo hace la propia piel. Es la misma razón por la cual la ropa de invierdo es más oscura y la de verano, más clarita: si absorbo luz me caliento más, si la reflejo me caliento menos.
Además de eso, las ropas actúan como controladores de la hidratación a través del control del sudor. En el desierto el agua es un bien preciado que escasea, por lo que ingerir grandes cantidades de esta no es una opción. Para evitar la deshidratación, se controla el sudor y se reduce mediante estas ropas. El principio es “en lugar de beber más, vamos a sudar menos“. Y de esta forma las ropas no solo les ayudan a combatir el calor sino además reducen los efectos nocivos de este sobre la salud.
Por último hay un tercer factor, que aunque es menos importante, no es tampoco despreciable: la ropa aisla del exterior. Nuestro cuerpo se encuentra en torno a 37ºC y si sube de esta temperatura enfermamos. Cuando en el exterior la temperatura supera con creces los 40ºC e incluso llega a los 50ºC, la mejor forma de combatir el calor exterior es aislar nuestro cuerpo de alguna forma. En este caso la ropa actúa también como aislante término que no permite que un exterior muy caliente haga enfermar a nuestro cuerpo por sobre calentamiento.
Este último principio es exactamente el mismo que utilizan los abrigos de invierno: aislar nuestro cuerpo para que sea él quien regule su temperatura sin que el medio le afecte. La única diferencia es que mientras los abrigos combaten el frío, los ropajes de los bereberes tratan de aislar el cuerpo para combatir el calor. Ni que decir tiene que este principio no es aplicable cuando la temperatura exterior es parecida a la de nuestro cuerpo o incluso cuando estamos entre 40ºC y 20ºC de temperatura ambiente.
Entonces… ¿debo hacer yo lo mismo?
Como ya hemos visto arriba cubrirse con ropa para combatir el calor sirve para situaciones extremas de temperatura, por lo que fuera del desierto no tiene mucho sentido e incluso pueden llegar a ser contraproducentes; y eso sin llegar a hablar de los peligros de cubrirse con una ropa no adecuada (por ejemplo, con ropa oscura).
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