Desde siempre ha sido muy gracioso y adorable ver como los más pequeños de la casa, al asustarse por cualquier cosa, se tapaban los ojos a modo de protección, como si ello se tratara de una capa de invisibilidad al más puro estilo Harry Potter. Pues bien, como es bastante curioso y no sabemos a qué se debe (viene a ser parecido a lo que hacen algunos de esconderse debajo de las mantas cuando oyen ruidos sospechosos por la noche…), unos investigadores se han puesto manos a la obra para desvelar el misterio.
Concretamente, ha sido el equipo de investigación de la Universidad de Cambridge, dirigido por James Russell, los cuales han usado un proceso de eliminación para saber la causa de esta costumbre de los niños.
Las pruebas se llevaron a cabo en niños de entre tres y cuatro años, a los cuales se les preguntó si podían ver a los demás al llevar una máscara en los ojos, y si al llevar esta máscara los demás pueden verte a ti. De los niños encuestados, casi todos estaban seguros de estar ocultos a los ojos ajenos llevando la máscara, y la mayoría pensaba que no podrían ver a alguien que la llevara (como si fuera una especie de capa invisible). Curioso, ¿verdad?
Russell y su equipo comprobaron si los niños pensaban que el simple hecho de ocultar los ojos de una persona a los demás hacia a esta persona invisible, o si creían que, al estar cegado, te haces invisible. Para comprobar esto, se interrogó a un grupo de niños sobre su capacidad de ser vistos si llevaban gafas ennegrecidas y opacas (cegadas por completo), donde los niños no podían ver y ocultaban sus ojos, y por otra parte la situación opuesta, con unas gafas con una cubierta que ocultaba los ojos de los niños a los demás, pero estos si podían ver (las gafas no estaban opacas, solo ocultaban los ojos a los demás, como las gafas de sol por ejemplo).
De los 37 niños participantes, solo 7 captaron la idea de que podían ver, pero que la gente no podía ver sus ojos. Y, de estos 7, todos menos uno pensaban que eran invisibles a pesar de llevar gafas. En definitiva, los niños asociaban la invisibilidad con la ocultación de sus ojos más que con el hecho de no poder ver. La cuestión era tener sus ojos ocultos a los demás.
Pero ahora complicamos un poco el asunto, ya que los niños si sabían que su cabeza y su cuerpo eran visibles, aún cuando pensaban que al ocultar sus ojos su “yo” era invisible. Es decir, el factor de tener los ojos ocultos era decisivo para sentir que su “yo” era invisible, aún sabiendo que su cuerpo no lo era.
Por esto, los investigadores pensaron que, para los niños, la sensación de invisibilidad se asociaba a la idea de establecer contacto visual entre dos personas (cruce de miradas) para que se vean el uno al otro. La idea fue apoyada, ya que se les preguntó a los niños si se podía ver a alguien que te esta mirando directamente a los ojos pero tú le evitas la mirada, o si, por el contrario, si tú miras a alguien directamente y este te evita la mirada. La respuesta de los niños fue tan extraña como están siendo estas preguntas, ya que estos sentían estar ocultos, siempre y cuando no llegaran a cruzar la mirada directamente. Y también creen que una persona se oculta si su mirada se aparta mientras le observas.
Esto, en definitiva, quiere decir que los niños aplican el principio de atención conjunta para sí mismos, pero cuando se trata de relacionarse con otra persona, la experiencia debe ser compartida, y ambos individuos deben encontrar sus miradas para conocer que el otro individuo existe y está ahí.
Eso si, recordad que hablamos de niños de tres a cuatro años … Me recuerda mucho al hecho de que algunos animales se miran en el espejo y no se reconocen, o ven a animales en la televisión y piensan que pueden tocarlos. La psicología, a veces, es un poco extraña.
Vía: The British Psychological School.
Imagen: Photaki.