De los 3.000 millones de pares de bases en el genoma humano, en realidad sólo alrededor del 2% codifica para proteína. El resto, “genética basura”. Escondidos entre estas vastas secuencias de ADN no codificante se encuentran los denominados retrovirus, virus heredados hace millones de años que hemos acumulado a lo largo de nuestra historia evolutiva. La palabra virus directamente nos produce recelo: suelen relacionarse con enfermedad, pero no siempre es el caso, como ha constatado una nueva investigación.
El nuevo estudio ha proporcionado nuevos indicios de parte de este ADN retroviral se integró en las regiones del genoma que juegan un papel importante en la formación de las complejas redes que caracterizan el cerebro humano. Adquirieron, además, la capacidad de manipular la función básica de las células. Esto podría ayudar a explicar por qué las células del cerebro son capaces de desempeñar tantas funciones diferentes, e incluso podría influir en nuestra inteligencia o nuestra susceptibilidad a las enfermedades. El equipo de investigación pertenece a la Lund University, en Suecia, y se ha publicado en la revista Cell Reports (en abierto).
Huelga recordar que el cerebro de los mamíferos es un órgano muy complejo que alberga más de un millar de diferentes tipos de neuronas que sirven una amplia variedad de funciones. Cómo se logra esta complejidad funcional sigue siendo en gran parte algo desconocido.
Retrovirus y cerebro
Aproximadamente el 5% de nuestro ADN se atribuye a los retrovirus, la mayoría de los cuales se han integrado en ADN no codificante. Los investigadores encontraron que algunos retrovirus endógenos (ERV) se han integrado en las regiones responsables de la regulación de la transcripción de las células progenitoras neuronales (CPN). Podrían definirse como células madre, excepto que sólo son capaces de diferenciarse en diferentes tipos de neuronas. Se cree que estos antiguos huéspedes genéticos desempeñan un papel importante en la regulación de la función génica en el cerebro, al activarse específicamente en las neuronas.
Según los expertos, este papel de los retrovirus podría contribuir a explicar por qué las células cerebrales en particular son tan dinámicas y multifacéticas en su función. También podría darse el caso de que, según las funciones más o menos complejas de los virus en diversas especies, pudieran ayudar a entender por qué somos tan diferentes.
El TRIM28 es el regulador maestro de los ERV, así como de todos los demás “retroelementos”. En el estudio, la eliminación de TRIM28 en ratones provocó un aumento de la transcripción de ERV, que luego comenzó a afectar a la expresión de los genes proximales.
El estudio de otros reguladores ERV podría aportar nueva información sobre su influencia en los genes en el cerebro, y sobre todo aquello que podría llevar a una posible disfunción. Comprender el efecto completo de los ERV en las funciones cerebrales podría tener amplias implicaciones para aquellas enfermedades con un componente genético, tales como enfermedades neurodegenerativas, enfermedades psiquiátricas o tumores cerebrales.
Lo más importante, según los científicos, es que se está abriendo la posibilidad de observar una parte mucho mayor de material genético que se anteriormente no se consideraba importante y que, en realidad, podría tener mucha influencia en la expresión genética que se da en el cerebro.
Fuente | Iflscience