Adicto puede que no sea la palabra que mejor se refiera a la mayoría de jugadores de Candy Crush, Clash of Clans, Plants vs Zombies, etc., pero la empresa detrás de estos caramelitos tan monos e inofensivos ha ingresado más de 2.000 millones de euros en 18 meses gracias a sus jugadores. Menos mal que en la App Store dice que jugar es gratis.
Al igual que Joseph Farrel, CEO de BiTE Interactive, a mi también me duele admitir que en alguna ocasión he sucumbido a la compra de items de los mal llamados juegos gratuitos. También he perdido dinero en Las Vegas, que viene a ser un poco lo mismo. No estoy orgulloso de aquellos momentos de ocio improductivo y he aprendido la lección, pero antes de que me juzgues por mis pecados déjame decirte que si todavía no has gastado dinero en alguna aplicación de este tipo, tarde o temprano lo harás. ¿Por qué estoy tan seguro? Sencillamente porque algunos psicólogos se han pasado al lado oscuro (va de juegos el tema de hoy, ¿no?) y colaboran sin descanso en la construcción de algoritmos que nos lleven de una partida inofensiva a darle al botón de comprar más diamantes, oro, madera o lo que sea que nos estén vendiendo. Sí, así es. Hay toneladas de investigación sobre cómo funciona la mente humana y las compañías de videojuegos están al día. Además, habrás notado que una vez que se ha corrido la voz sobre el chollo de los “juegos gratis”, la oferta de estos se ha multiplicado y actualmente te puedes encontrar juegos de todo tipo.
La buena noticia es que si dejamos de lado la temática del juego, todos los juegos operan bajo los mismos mecanismos para lograr que gastemos dinero. Una vez identificados los patrones de estos juegos y su funcionamiento seguramente perderán cierta eficacia sobre tu conducta o por lo menos entenderás por qué tienes esa necesidad de comprar vidas y lingotes de oro virtuales. El problema está en tu cerebro.
El agotamiento del ego
El término “agotamiento del ego” se refiere a la cantidad limitada de fuerza de voluntad y autocontrol que tenemos los seres humanos. Según el psicólogo Roy Baumeister, una tarea mentalmente agotadora que requiera de cierto autocontrol supondrá una disminución en la capacidad para ejercer autocontrol en otra tarea próxima, aunque ésta última no guarde relación con la anterior.
Los juegos gratuitos para el móvil desgastan lentamente nuestras reservas de recursos cognitivos como el autocontrol, acercándonos poco a poco a una futura compra. Sus ganancias se sustentan en la naturaleza finita de nuestra fuerza de voluntad, sugiriendo con cierta frecuencia la posibilidad de gastar dinero en avanzar la partida. Es por ello que con el tiempo se hace relativamente fácil caer en la tentación y aceptar una de estas ofertas. Desafortunadamente la consecuencia más nociva del agotamiento del ego no es el -€0.99 en nuestra cuenta bancario sino que después de haber gastado ese euro probablemente nos saltemos el gimnasio o dejemos el trabajo que teníamos acumulado de esa tarde para mañana. No es de extrañar que muchos de los niños que vienen a consulta enganchados al Clash of Clans no quieran hacer los deberes después de jugar…
El dinero del Monopoly
Todo juego de éxito que utilice este modus operandi tiene su propia moneda y su sistema de ofertas que te permiten obtener ganancias mientras juegas. Al principio te sobra oro y materia prima por todas partes, pero a medida que vas avanzando estos recursos se van haciendo escasos y las opciones de progresar se reducen. Puedes esperar algo de tiempo y volver a jugar más tarde claro está, pero también puedes aceptar una oferta “única” difícil de rechazar para obtener un objeto o habilidad especial que te hará pasar ese nivel de sobra y entretenerte por un buen rato. Hasta que vuelva a suceder lo mismo.
Aquí es importante aclarar dos conceptos que van de la mano. Primero, la moneda inventada por el propio juego dificulta nuestra capacidad financiera para establecer un valor apropiado a ese “privilegio” que obtenemos a cambio de nuestro dinero. Gastar 0.99€ en cincuenta lingotes de oro ó una oferta limitada de 50% más de diamantes por sólo 4.99€ nos distrae del valor real de las cosas y nubla nuestro juicio respecto a lo que se puede comprar con 1€ ó 5€ en el supermercado. El segundo concepto es el del reforzamiento positivo continuo. Cuanto más me premia el juego pasar tiempo en la aplicación, más probabilidades hay de que repita esa conducta en el futuro. Al principio puedo interactuar muchísimo y cuesta poco obtener reforzadores por parte del juego, pero a medida que avanzo más en la partida estos reforzadores son cada vez más espaciados en el tiempo, provocando un efecto parecido al síndrome de abstinencia por el cese de estimulación.
Volviendo al tema del dinero y el sistema económico de estos juegos, hay un tercer aspecto a tener en cuenta: la inflación. A medida que vamos ganando puntos de experiencia y el tiempo invertido en el juego es mayor los costes se incrementan desproporcionadamente. Si antes teníamos que esperar cinco minutos, ahora hay que esperar media hora o más. Los creadores de estos juegos saben que una vez invertida una cantidad sustancial de tiempo y esfuerzo es probable que nos cueste más parar. ¿Qué hacemos entonces? Pagar 0.99€.
Reciprocidad
Las personas solemos actuar de manera más amable y cooperadora como respuesta a acciones amistosas de los demás y al contrario; si nos sentimos maltratados reaccionaremos con desprecio y hostilidad. Esta gente tan simpática nos ha proporcionado una buena cantidad de diversión gratuita con su juego. Podemos devolver el favor con una pequeña contribución económica, ¿verdad? Este instinto es tan fuerte que sentimos la necesidad de responder recíprocamente incluso aunque no sea exigido para seguir disfrutando del juego.
El juego y la diversión dolorosa
El creador de la marca Zynga, conocida por producir múltiples juegos de este estilo como el famoso Poker Stars, dice que poner a un jugador en una situación incómoda y ofrecerle inmediatamente una solución fácil para acabar con su sufrimiento mediante una compra rápida. Los datos de estas compañías reflejan una alta predisposición por parte de los jugadores a gastar dinero para cortar de raíz con ese dolor ilusorio. Zynga ingresó cerca de mil millones de dólares en sus primeros cuatro años en el mercado.
Competitividad y estatus
No es extraño que, al igual que las tarjetas de crédito o las compañía telefónicas, los juegos gratuitos incluyan premios y logros que incitan la ambición y la mejora del estatus con títulos como “premium”, “business”, “platino”, etc. Bien a través de la modificación de la imagen del personaje o al permitirnos acceso a artículos de lujo, muchos de estos juegos también incluyen una tabla de puntuaciones conectada con tus redes sociales para ver quién de tus amigos está por encima o por debajo de tu poder adquisitivo electrónico.
Es posible jugar sin gastar
Con toda esta información puede que te haya quedado una mala imagen de los juegos gratuitos para móviles y sobre todo de sus creadores. Más allá de lo que podamos pensar sobre la maquinaria financiera detrás de estos juegos, es importante tener en cuenta que los desarrolladores han intentado otras estrategias en el pasado que no han funcionado porque los consumidores no estaban dispuestos a pagar lo suficiente para que la industria de los videojuegos sea rentable. Además, para los suficientemente afortunados y capaces de resistir a los fenómenos mencionados anteriormente es posible jugar sin gastar dinero. Lo único que tienes que hacer es restringir el tiempo que dedicas a cada partida y esperar el tiempo que sea necesario para seguir interactuando. Como distracción y ocio los videojuegos tienen sus ventajas.
Fuente: Huffpost, Pijamasurf, DcInno
Imágenes: Google, Flickr, Wikimedia, StaticFlickr, Wikipedia