Es curiosa la forma que tenemos de comportarnos los humanos en algunas ocasiones. Nuestra lógica y modo de vida nos suele abocar a la búsqueda constante de la felicidad, pero nuestras acciones distan mucho de esta búsqueda en determinados momentos. Por ejemplo, si nos sentimos mal o “de bajón”, lo lógico sería buscar alguna forma de subirnos el ánimo, como escuchar música alegre, ¿verdad? Bueno, como ya sabéis, la realidad es que en muchísimas ocasiones buscamos justo lo contrario: música triste. ¿A qué se debe esta falta de lógica en nuestros actos?
Pues esto han intentado descubrir en un estudio llevado a cabo por Annemieke Van den Tol i Jane Edwards, de la Universidad de Limerick con 65 participantes irlandeses, alemanes, holandeses, españoles y estadounidenses de entre 18 y 66 años que habían tenido una experiencia negativa y posteriormente optaron por escuchar música triste.
Analizaron las descripciones de los participantes y buscaron temas recurrentes en las elecciones de su música. Las respuestas se dividieron en dos temas primordiales: las estrategias de los participantes para seleccionar música triste y las funciones que cumple dicha música.
Estrategias de selección musical
Entre las estrategias de los participantes, es decir, el porqué buscaban escuchar música triste, se encontraba el deseo de conexión. Los participantes querían música que conectara e hiciera juego con su estado de ánimo actual, como bien describe una de estas participantes de 25 años:
“Yo no quería que la música me subiera el ánimo, sino que quería quedarme con esas emociones durante un tiempo hasta sentirme lista para deshacerme de ellas”
Por otro lado, otra de las estrategias que usaban los participantes era un disparador de memoria. Es decir, buscaban experimentar nostalgia o sentirse más cerca de la persona que habían perdido:
“Elegí esa música porque sé que a mi ser querido le habría gustado esa misma canción también”
Otra de las estrategias era el valor estético de la música. Los participantes no buscaban la música para mejorar su tristeza o para recordar el pasado, sino porque les parecía bonita y de alta calidad.
Finalmente, la última estrategia que describieron fue el mensaje comunicado por la música triste. Las canciones son tristes, pero llevan en si mismas algunos mensajes de esperanza.
“La canción Waterboys me hace canalizar mis emociones, y la letra me da una sensación esperanzadora”
Funciones de la música triste
Tanto las estrategias de selección musical como las funciones que cumple dicha música triste están estrechamente relacionadas. Así pues, los pacientes hablaban de una re-experimentación de su afecto (que podríamos relacionar con el deseo de experimentar nostalgia). También tenemos las funciones cognitivas, como la sensación que produce la música para sentir “humanidad común” (viendo los propios sentimientos como parte de la vida normal, en lugar de sentir soledad y aislamiento respecto a los otros individuos).
Por su parte, hubo participantes que describían a la música triste como “un amigo”, como una forma de empatizar su sufrimiento; o veían la música triste como una forma de mejorar su humor, recuperar recuerdos y ser más sociales, pues así se sentían más cerca de sus seres queridos. Incluso afirmaban que este tipo de música podría actuar de distracción, pues así escapan del silencio, sin tener que recurrir a música alegre con la que no sentirían ningún tipo de empatía.
Así pues, como conclusión, podríamos afirmar que pensándolo fríamente puede que nos parezca un comportamiento ilógico el hecho de “regodearnos en nuestro propio sufrimiento”, pero aún así puede que esta forma de comportamiento sea una autorregulación natural que todos y cada uno de nosotros debemos experimentar en ciertos momentos de la vida.
Vía | BPS.