¿Por qué olvidamos los nombres de las personas fácilmente?

Se trata de una situación bastante vergonzosa y que a todos nos ha pasado alguna vez: no acordarte del nombre de una persona justo cuando se ha presentado, o cuando han pasado unos pocos minutos. A priori puede parecer que esto ha sucedido porque estás “empanado” y no te has enterado de nada, pero en realidad hay mucha más historia detrás de este embrollo.

Si tuviéramos que resumir en unos pocos puntos por qué tenemos este despiste, sobre todo cuando vamos a fiestas (que es cuando conocemos a más gente), estos serían los siguientes:

El efecto next-in-line

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Para explicar qué es este efecto, vamos a recurrir a un ejemplo. Imagínate que estás en una fiesta y que te presentas a un grupo de gente desconocida. Realmente, ¿qué estás pensando en ese instante? Aparte de pensar en lo guap@ que es el chic@ al que te vas a presentar, en tu interior te estás preparando para saludar a la siguiente persona que te toca por conocer.

Por tanto, tenemos dos trabajos simultáneos para nuestro cerebro. El primero para presentarnos a la persona que tenemos enfrente, y el segundo para prepararnos para la siguiente persona que nos toca. Al final, no hacemos bien ni una cosa ni la otra y acabamos fallando en ambas tareas. Este es el efecto next-in-line.

El interés mostrado

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Obviamente, el interés que tengas por conocer a la persona que tienes enfrente juega un papel importante. Si alguien no centra su interés hacia la persona a la que se está presentando, difícilmente se acordará de su nombre.

Aquí las personas más sociables salen ganando, porque normalmente muestran más interés en aprenderse los nombres de las personas nuevas que conocen. En cambio, los menos sociables suelen tener la atención más mermada en esta tarea.

Un fallo de la memoria de trabajo

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Según cómo almacenemos la información, podemos diferenciar dos tipos de memoria: la memoria a largo plazo y a corto plazo. A esta última se le llama la memoria de trabajo, que no almacena mucha información y, además, pierde datos continuamente.

Como ya te habrás imaginado, los nombres de las personas nuevas que conocemos los almacenamos en la memoria a corto plazo y, por tanto, se olvidan pronto a no ser que nos concentremos en conocer a esa persona por el motivo que sea.

Los nombres no proporcionan información útil

Esto es obvio, en los nombres no se esconde información relevante; es decir, no te dice nada sobre la persona que estás conociendo, por lo que tu cerebro no los ata bien.

Nuestro cerebro tratar de recordar lo importante, y más cuando lo que aprendemos guarda cierto sentido. Un nombre, por así decirlo, no tiene sentido alguno puesto que es arbitrario. Por el contrario, sí somos muy buenos en reconocer caras y otros tipos de datos que podemos relacionar fácilmente con la persona.

Conclusiones

De todos estos puntos podemos sacar en claro varias conclusiones. Por un lado, no nos tenemos por qué sentir mal con nosotros mismos si no recordamos el nombre que nos acaban de decir, ya que puede ser que nuestro cerebro se haya colapsado con tanta información que tiene que procesar.

Sin embargo, también es posible que no hayamos puesto la atención suficiente a esa persona por la razón que sea. El ser humano es en muchas ocasiones egoísta, y a la hora de conocer gente también somos muy interesados aunque no nos demos cuenta. Inconscientemente damos más prioridad a unas personas que a otras, y esto a veces se traduce en que nos acordemos o no de su nombre.

Fuente: The Atlantic

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