¿Por qué somos infieles? Es una pregunta complicada de responder, sobre todo teniendo en cuenta la descripción que hace del amor la famosa antropóloga Helen Fisher, describiendo esta situación como un momento donde “esa persona se convierte en el centro del mundo”. Sentimos un deseo intenso de estar con esa persona, y no solo a nivel sexual, sino también emocional. Conocemos cada uno de sus defectos, pero los “olvidamos” y dejamos a un lado con el objetivo de tan solo fijarnos en lo que sí nos gusta de dicha persona. Es una “obsesión“, como bien dice Fisher en su última TED Talk. Pero la duda es: Si sentimos todo esto, ¿por qué somos infieles? ¿cómo somos capaces de hacer ambas cosas a la vez?
Amor romántico, deseo sexual y apego
Según Fisher, el amor romántico es esencialmente actividad hormonal, a cargo de la dopamina y los circuitos de recompensa cerebral. En su charla TED, Fisher explica un experimento donde ella y su equipo escanearon los cerebros de diferentes individuos enamorados. Se mostró a los voluntarios fotos neutrales, y fotos de su pareja. Se grabaron las regiones cerebrales activas cuando miraban las fotos de su ser amado, y resultó que una de las regiones más activas era el sistema de recompensa, el mismo sistema que se activa cuando se consumen drogas como la cocaína, o cuando se disfruta de un orgasmo.
En otras palabras, según Fisher “el amor romántico no es una emoción, es una unidad, y es más poderoso que el deseo sexual”
Como podemos ver, y como han corroborado anteriores estudios, el amor parece funcionar como un sistema de motivación y recompensa cerebral. Es decir, el amor es algo gratificante, por lo que volvemos a hacernos la misma pregunta que al principio: ¿Por qué somos infieles a las personas que amamos? ¿qué nos impulsa a engañar a nuestros seres queridos? La respuesta está en el hecho de que el amor romántico no es el único sistema cerebral activo cuando nos enamoramos de alguien. Y de hecho, son tres sistemas cerebrales.
Por un lado tenemos el amor romántico, pero también debemos tener en cuenta el deseo sexual, un sistema que nos hace estar siempre en busca de una serie de parejas viables para perpetuar nuestros genes. El amor romántico es el que hace que enfoquemos nuestra energia en tan solo una de esas posibles parejas. Y, finalmente, el tercer sistema es el apego, un sistema que nos otorga tranquilidad y seguridad de que estaremos con dicha pareja a largo plazo y que podemos criar a los hijos como un equipo.
¿El fallo? Resulta que estos tres sistemas cerebrales, amor romántico, deseo sexual y apego, no están siempre conectados entre sí. Por tanto, es posible sentir un apego profundo por alguien, y al mismo tiempo sentir amor romántico y deseo sexual por otra persona, según comenta Fisher.
“En pocas palabras, somos capaces de amar a más de una persona a la vez. Es como si hubiese una reunión del comité dentro de tu cabeza, tratando de decidir qué hacer. Sinceramente no creo que seamos animales creados para ser felices, sino animales creados para reproducirnos. La felicidad no la encontramos, la creamos”
Por ello, dice Fisher, algunas personas son capaces de amar a su pareja y engañarla sexualmente al mismo tiempo. O de sentir apego por una persona, y amor romántico por otra. Suena muy cínico, pero Fisher opina que a pesar de esto, aún queda bastante misterio y “magia” en el asunto.
Vía | Science Alert.
Fuente | TED.