¿Qué nos hace atractivos a los ojos de otro ser humano? Según un nuevo trabajo llevado a cabo por investigadores de la Queen’s University, se trataría de la consistencia de la apariencia al completo, no del atractivo de las partes. En otras palabras, que lo que nos parece sexy de otra persona se basa en una proporción completa adecuada, no sólo en una cara bonita o, para ser un poco más atrevidos, en un culo bonito.
La mayor parte de los trabajos anteriores sobre el tema se ha centrado en el efecto de características aisladas. Este estudio demuestra, por primera vez, lo importante que es que estas características encajen bien entre ellas.
Cuerpos híbridos
Los investigadores mostraron a cada uno de los participantes pantallas con un punto de luz que mostraba a una persona realizando 15 movimientos. En la representación transmitieron tanto características individuales de una persona como la forma del cuerpo al completo.
El equipo de científicos aisló estas dos áreas y por separado midieron el atractivo de los estilos de movimiento individuales y del cuerpo entero. Después, los investigadores combinaron los movimientos individuales de una persona con las formas de cuerpo entero de otra y recogieron las calificaciones de atractivo de estos “cuerpos híbridos.”
Basándose en estos datos, los investigadores se hicieron una pregunta: ¿son el atractivo de los movimientos individuales y el atractivo de cuerpo entero aislados suficientes para predecir el atractivo del cuerpo híbrido?
Al parecer, no lo es, puesto que la combinación de estos movimientos integrados en este cuerpo híbrido se considera menos atractiva de lo previsto. Por decirlo de otra manera, el grado de atractivo de los movimientos de característica individual y la forma de cuerpo entero eran por separado mayores que cuando éstas se unieron. Esto constata la importancia de que ambos tipos de movimientos se ajusten.
Por lo tanto, el atractivo dependería de la consistencia interna, es decir, de si el movimiento y la forma coinciden entre sí o no. Como indican los investigadores, nuestro sistema visual es como un sensible detector de mentiras que percibe incluso las inconsistencias leves entre movimientos y forma y que, como consecuencia, responde negativamente a ellos.
Este trabajo constata que lo que funciona para una persona puede no funcionar para otra persona. En caso de duda, sin duda lo mejor es ser uno mismo.
Fuente | Queen’s University