En ocasiones anteriores hemos hablado de la utilidad de los aceleradores de partÃculas en la investigación cientÃfica. Estos instrumentos son capaces de hacer chocar dos átomos a gran velocidad, hasta llegar a un 99.99% de la velocidad de la luz (velocidad alcanzada por el LHC del CERN, el acelerador de partÃculas más moderno en la actualidad). Un choque entre átomos a esta velocidad aporta energÃa suficiente para fusionar átomos creando elementos nuevos, o detectar qué partÃculas forman un átomo comprobando los restos del âaccidenteâ.
Y ahora vamos a formular una pregunta interesante e inquietante: ¿qué pasarÃa si metiese la mano en medio del haz de átomos cuando alcanzasen la máxima velocidad? (Como pequeño adelanto: no lo hagas).
No somos los primeros en formularnos esta pregunta, a la que el CERN respondió que no serÃa posible en sus instalaciones, ya que abrir alguna puerta del acelerador supondrÃa la detención inmediata del experimento. Pero podemos realizar un ejercicio de imaginación y pensar que sucederÃa en caso de esquivar todas las medidas de seguridad y meter nuestra mano para âjugarâ con el haz de átomos.
En 1909, Ernest Rutherford realizó un experimento en el que bombardeaba partÃculas alfa contra una fina membrana de oro. Contra todo pronóstico, solamente una pequeña parte de las partÃculas golpeaba la membrana (y acababa rebotando), la mayorÃa de ellas lograban atravesar la membrana sin modificar su trayectoria y sin realizar un agujero en la placa. Este experimento fue crucial a la hora de entender la estructura de los átomos, ya que si la mayor parte de las partÃculas logran atravesar una lámina de átomos, es porque los átomos deben estar âvacÃosâ en su mayor parte. Esto provocó la creación del modelo atómico de Rutherford, en el cual el núcleo se encuentra en el centro y los electrones giran alrededor de él. En este modelo, las partÃculas pueden cruzar la lámina a través de los huecos del átomo, como el plancton pasarÃa a través de una red.
Si sustituimos la fina lámina de oro por nuestra mano, el daño que sufrirÃamos dependerÃa de cuantos protones chocasen contra nosotros y cuantos nos atravesasen. Un porcentaje importante de los átomos serÃan capaces de esquivar a los átomos que forman nuestra mano y no nos provocarÃan daños, pero los que impactasen contra el núcleo de nuestros átomos lo harÃan con tanta fuerza que serÃan capaces de provocarnos un agujero. Si únicamente disparásemos un átomo, habrÃa pocas posibilidades de que nos impactase, pero en un haz del acelerador de partÃculas se suelen disparar 320 trillones de átomos, asà que se puede decir que con bastante seguridad el haz de átomos atravesará tu mano dejando un agujero.
Otra propiedad curiosa de este incidente serÃa la forma de la herida. No se formarÃa un agujero redondo y limpio, sino un cono. Los átomos que contactasen contra los átomos de nuestra mano se desviarán ligeramente de su trayectoria, provocando destrozos en un ángulo diferente al del comienzo. Si examinásemos la herida, verÃamos un pequeño orificio de entrada y un orificio grande de salida provocado por esta dispersión.
Los más escépticos se preguntarán si realmente puedo extrapolar los resultados del experimento de Rutherford a un accidente de este estilo, cuando cambia tanto el grosor del objeto como la velocidad de las partÃculas disparadas. Las consecuencias son conocidas debido a un caso real, el único accidente de este tipo ocurrido con un acelerador de partÃculas. En 1978, un investigador de 36 años llamado Anatoli Burgorski introdujo accidentalmente la cabeza frente a un rayo de protones en el sincrotrón U-70 en Rusia (un acelerador de partÃculas cien veces menos potente que el LHC). El haz de protones le atravesó la cabeza dejando un agujero que le produjo parálisis facial y ataques epilépticos, pero no la muerte. Curiosamente Burgorski volvió a trabajar en el proyecto una vez se recuperó del trauma inicial.
Ya sabemos que no debemos meter la mano en un acelerador de partÃculas, pero es curioso lo inocuos que se consideran en algunas pelÃculas. En Iron Man 2, Tony Stark construye un acelerador de partÃculas casero, una miniatura del LHC y representan el haz de átomos como un simple láser de feria. Si supieran los guionistas la destrucción que puede causar, probablemente lo hubieran introducido como arma.
Fuente e Imágenes | Popular Science, Wikipedia
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