¿Qué son y a qué se deben las fobias? – Medciencia

Seguramente, todos nosotros hemos oído hablar de las fobias, y es más que probable que todos tengamos alguna de ellas, bien sea una simple fobia a las alturas, o casos más graves como el pánico a los espacios abiertos, o incluso a los ascensores.

A pesar de que el término “fobia” también puede aludir a un sentimiento de odio o rechazo hacia algo en concreto (como la xenofobia, aversión a los extranjeros), en este artículo abarcaremos únicamente lo que conocemos como un miedo irracional y absolutamente desproporcionado hacia determinados objetos, situaciones, etc. Si bien no es un tema que en principio consideremos trascendental, lo cierto es que las fobias pueden repercutir de manera significativa en nuestra vida diaria, ya que muchas de ellas no solo nos limitan en gran medida, sino que además son extremadamente difíciles de combatir.

Lo curioso, es que en el 90% de los casos, el objeto de nuestros temores es algo absolutamente inofensivo, desde una diminuta aguja, a una simpática araña. De ahí que las fobias supongan algo realmente curioso, constituyendo así un verdadero trastorno de ansiedad.

En cuanto al origen de las fobias, muchas de ellas aparecen espontáneamente. Podemos no sólo nacer con ella, sino ser sorprendidos por una súbita aparición de las mismas en cualquier momento de nuestras vidas. Tristemente, muchas de ellas no llegan a superarse jamás. Yo misma padezco de aviofobia (miedo a volar en avión), y aunque desconozco a qué se debe este temor desmesurado, he llegado a la conclusión de que mi caso, tal y como ocurre con más personas, puede deberse también a una serie de experiencias traumáticas. Por ejemplo, cuando empecé a viajar en avión, no mostré ningún tipo de sintomatología hasta que no me cayó un rayo en un vuelo a Roma en verano de 2002.

Desde aquel momento, cuando tuvimos que aterrizar de emergencia, empecé a mostrar una seria repulsión hacia la idea de volar, e incluso de acercarme a un aeropuerto. Para mi desgracia, fui lo suficientemente tozuda como para seguir volando, ya que, en un principio, me negué a dejar de viajar. Y, entonces, pareció una especie de maldición, puesto que los siguientes viajes se caracterizaron por dos aterrizajes más de emergencia, varias averías, e incluso un pasajero a punto de morir a causa de un infarto de miocardio en pleno vuelo.

No obstante, a pesar de haber hecho mención de las fobias más comunes, existe una infinidad de ellas, algunas tan extrañas que cuesta creer que haya personas que las padezcan. E aquí una lista de las más raras:

1.Allodoxafobia Miedo a las opiniones de los demás
2.Araquibutirofobia Miedo a las cáscaras de los cacahuetes
3.Autofobia Miedo a uno mismo
4.Cacofobia Miedo a la gente fea o a la fealdad de uno mismo
5.Crometofobia Miedo al dinero (yo de esto no tengo!!!)
6.Eisoptrofobia Miedo a los espejos
7.Epistemofobia Miedo al saber y al conocimiento
8.Fagofobia Miedo a comer
9.Fronemofobia Miedo a pensar
10.Genufobia Miedo a las rodillas
11.Macrofobia Miedo a las largas esperas
12.Micofobia Miedo a las setas
13.Optofobia Miedo a abrir los ojos
14.Ostraconofobia Miedo al marisco
15.Panofobia Miedo a todo
16.Parascevedecatriafobia Miedo al viernes 13
17.Rabdofobia Miedo a las varitas mágicas (una persona con esto, no puede ir a Hogwarts).
18.Socerafobia Miedo a los suegros
19.Tetrafobia Miedo al número cuatro (esto creo que lo padecemos muchos en exámenes).
20.Uranofobia Miedo al paraíso 
Ahora bien, ¿existe tratamiento al respecto? Sí. Hay fármacos, como relajantes musculares de la talla del Diazepam, aunque la mayoría de los pacientes acuden a psicoterapia, pues lo consideran más efectivo. Sin embargo, hemos de saber que el truco para luchar contra una fobia es comprender que ésta está en nuestra mente, y que, como he comentado en párrafos previos, es algo irracional, carente de lógica alguna.
Si nos hacemos a la idea de que nuestro cerebro es más poderoso de lo que pensamos, descubriremos, muy a nuestro favor, que el verdadero secreto para acabar con estas incómodas y acuciantes fobias no reside en un medicamento, ni en un tratamiento psicológico… sino en nosotros mismos, en nuestra mente, y en su fuerza para saber que podemos con ello, y con mucho más.

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