Seguramente, todos nosotros hemos oído hablar de las fobias, y es más que probable que todos tengamos alguna de ellas, bien sea una simple fobia a las alturas, o casos más graves como el pánico a los espacios abiertos, o incluso a los ascensores.
A pesar de que el término “fobia” también puede aludir a un sentimiento de odio o rechazo hacia algo en concreto (como la xenofobia, aversión a los extranjeros), en este artículo abarcaremos únicamente lo que conocemos como un miedo irracional y absolutamente desproporcionado hacia determinados objetos, situaciones, etc. Si bien no es un tema que en principio consideremos trascendental, lo cierto es que las fobias pueden repercutir de manera significativa en nuestra vida diaria, ya que muchas de ellas no solo nos limitan en gran medida, sino que además son extremadamente difíciles de combatir.
En cuanto al origen de las fobias, muchas de ellas aparecen espontáneamente. Podemos no sólo nacer con ella, sino ser sorprendidos por una súbita aparición de las mismas en cualquier momento de nuestras vidas. Tristemente, muchas de ellas no llegan a superarse jamás. Yo misma padezco de aviofobia (miedo a volar en avión), y aunque desconozco a qué se debe este temor desmesurado, he llegado a la conclusión de que mi caso, tal y como ocurre con más personas, puede deberse también a una serie de experiencias traumáticas. Por ejemplo, cuando empecé a viajar en avión, no mostré ningún tipo de sintomatología hasta que no me cayó un rayo en un vuelo a Roma en verano de 2002.
Desde aquel momento, cuando tuvimos que aterrizar de emergencia, empecé a mostrar una seria repulsión hacia la idea de volar, e incluso de acercarme a un aeropuerto. Para mi desgracia, fui lo suficientemente tozuda como para seguir volando, ya que, en un principio, me negué a dejar de viajar. Y, entonces, pareció una especie de maldición, puesto que los siguientes viajes se caracterizaron por dos aterrizajes más de emergencia, varias averías, e incluso un pasajero a punto de morir a causa de un infarto de miocardio en pleno vuelo.
No obstante, a pesar de haber hecho mención de las fobias más comunes, existe una infinidad de ellas, algunas tan extrañas que cuesta creer que haya personas que las padezcan. E aquí una lista de las más raras: