El amor es un término bastante ambiguo, muy difícil de medir (por no decir imposible), y un sentimiento más conocido por unos que por otros. En varias ocasiones nuestra psicóloga, Elisabeth, os ha intentado hacer llegar las relativamente pocas ideas que tenemos sobre él, como la teoría triangular de Sternbger, gran psicólogo que llegó a dirigir la American Psychological Association. Por otra parte, también os planteamos la disyuntiva de porque llegamos a alargar relaciones condenadas al fracaso en una extensísima reflexión que espero que no hayáis dejado escapar. Aún así, hoy volveremos a darle una vuelta de tuerca al asunto: ¿Es posible amar para siempre?
Las emociones son incontrolables
El amor, al igual que otras emociones como la ira, la alegría o la desesperación, es un estado emocional que no se puede predecir con exactitud ni en el tiempo ni en su intensidad, ya que no puede ser subordinado a nuestros deseos conscientes. Esto se intentó lograr mediante la llamada predicción afectiva, gracias al trabajo de Daniel Gilbert (Universidad de Harvard), Timothy Wilson (Universidad de Virginia), George Lowenstein (Universidad Carnegie Mellon) y Daniel Kahneman (Universidad de Princeton). Las pruebas indican que la previsión es sorprendentemente inexacta cuando entramos en el ámbito de las reacciones emocionales respecto a acontecimientos futuros de nuestra vida. Pero esto no solo sucede con el amor, sino también en otras situaciones como resultados electorales, deporte, procedimientos médicos… Nuestras previsiones distan mucho de parecerse a la realidad.
Como ejemplo tenemos un estudio reciente sobre lo fácil que es sobrellevar una ruptura respecto a nuestra predicción emocional. Para dicho estudio, los participantes se encontraban en medio de una relación romántica de una duración promedio de más de un año. Completaron encuestas durante dos semanas preguntándoles acerca de diversos aspectos de su vida personal y profesional, y se les pidió pronosticar la angustia que sentirían y durante cuanto tiempo (dos, cuatro, ocho o doce semanas después) si su relación se terminara en las siguientes dos semanas a la encuesta. Tras producirse las rupturas siguieron contestando encuestas para comparar sus pensamientos antes y después. Curiosamente, los participantes sobrestimaron por mucho lo dificil que les sería sobrellevar su dolor. Además, aquellas personas que afirmaban sentir un gran amor por su pareja fueron las más inexactas en su pronostico, pues creían que caerían en un pozo sin fondo, y realmente acabaron sobrellevando la situación de forma bastante decente.
Por su parte, había diferencias enormes en las previsiones entre los que afirmaban que se encontraban profundamente enamorados y los que no, pues al final los que decían sentir un amor más fuerte solo se sentían ligeramente más angustiados tras una ruptura que los que no lo estaban tanto. La diferencia se notaba en el momento pre-ruptura, por lo que las previsiones eran totalmente inexactas (para bien). Eso si, que nadie piense que romper una relación es algo entretenido, pues la angustia existe y es muy fuerte. Lo que el estudio sugiere es que no se siente algo tan fuerte y devastador como podríamos esperar, pero se siente.
No sabemos predecir las emociones
Como veis, eso de predecir el nivel emocional de cualquier cosa no se nos da demasiado bien. Por tanto, ¿podemos predecir que una relación será para toda la vida? Como hemos comprobado ni siquiera podemos predecir verdaderamente el grado de dolor emocional que sentiremos al romper una relación, por lo que no es conveniente hacer promesas del tipo “para siempre“, “para toda la vida” o similares. Lo más correcto es algo como “vamos a ver como va”, siempre esforzándonos por que la relación funcione y vaya bien, pues esto es un tira-y-afloja continuo por ambas partes de la pareja. Es muy complicado estar de acuerdo en todo. Discutir es normal, pero siempre hay que ceder mínimamente para mantener un equilibrio.
Por tanto, eso de intentar predecir que una relación durará 10, 20 o 50 años no es algo fácil, ni es factible aventurarse a afirmarlo. Sin embargo, si le ponemos voluntad y arriesgamos bien en los distintos momentos de la relación, es posible llegar realmente al “para toda la vida”. Existe un porcentaje pequeño de casos, pero existen.
Vía | Psychology Today.