Alegría, tristeza, miedo, enfado, sorpresa y asco son las emociones universales más estudiadas y que seríamos capaces de reconocer con más o menos exactitud en cualquier persona y cualquier cultura. En la esquizofrenia, sin embargo ocurre un fenómeno curioso en relación a este tema que podría ayudar a entender mejor las dificultades que presentan estas personas en el plano interpersonal.
Varios estudios han encontrado un déficit de reconocimiento y discriminación de emociones faciales en personas con esta enfermedad, especialmente de las emociones de miedo y enfado. Además, esto también se ha observado en los familiares de primer grado no afectados y en personas con alto riesgo de psicosis. Respecto a la población general, existe evidencia de que las caras familiares y las desconocidas se representan en el cerebro de manera distinta, existiendo por ejemplo una menor influencia del contexto y de la expresión a la hora de reconocer caras familiares. En este sentido, se ha visto como en la esquizofrenia existirían más dificultades para recolectar detalles de caras conocidas y así como un patrón alterado de respuesta subjetiva y fisiológica ante estímulos emocionales. Por ejemplo, una amplitud de los potenciales evocados diferente a la habitual frente a caras conocidas y expresiones emocionales. Ello concuerda con algunos síntomas de la enfermedad en los que la activación emocional de los estímulos del entorno está reducida.
En un estudio realizado por el equipo de G.Lahera, en la Universidad de Alcalá de Henares, se realizó un estudio fotografiando a familiares de pacientes con esquizofrenia y a familiares de un grupo control expresando las seis emociones básicas. El experimento consistió en que cada grupo reconociese las emociones expresadas por sus familiares y las emociones expresadas por desconocidos (estos últimos se trataban de imágenes de un estudio pionero realizado por Ekman y que podemos ver en al imagen de este post).
Se encontró que las personas con esquizofrenia reconocieron peor las imágenes de Ekman de caras desconocidas que el grupo control, pero que además, tuvieron más dificultades para reconocer las emociones expresadas por sus familiares. Paralelamente, se observó que estos familiares tuvieron más dificultades a la hora de expresar las seis emociones. Un grupo de voluntarios realizó la tarea de reconocer las emociones pertenecientes a las imágenes de los familiares de los pacientes y de los familiares del grupo control. El resultado fue que los voluntarios reconocieron peor las emociones expresadas por los familiares de las personas con esquizofrenia, extrayéndose por tanto la conclusión de que estos familiares presentan una expresión más reducida y ambigua de las emociones.
Con todo esto se concluye que las personas con la enfermedad no se benefician de que un rostro sea conocido para descifrar las emociones, sino que parece crear una mayor interferencia. Además, la expresión de las emociones por parte de sus familiares, resulta ambigua.
Esto pone de manifiesto la importancia de intervenciones dirigidas a mejorar la comunicación emocional entre estos pacientes y sus familias.
Fuentes: Comprehensive Psychiatry; Schizophrenia Bulletin; The American Journal of Psychiatry.