Puede parecer bastante extraño, pero se ha realizado un extenso estudio sobre el genoma de diferentes especies animales (ser humano incluido) que ha puesto de manifiesto que muchos de nuestros genes provienen de otros organismos; es decir, tenemos partes en nuestro ADN que no son humanas. Ésta es la conclusión tan impresionante a la que han llegado unos investigadores que han publicado los resultados en Genome Biology.
El ser humano posee al menos 145 genes “extranjeros”
El equipo de investigadores ha analizado el genoma de 40 especies animales diferentes, entre las que se encontraban las moscas de la fruta, los gorilas, los humanos, etc. Posteriormente, los científicos buscaron, gen por gen, coincidencias con otras especies animales, plantas e incluso bacterias, hongos y virus.
Lo que encontraron los investigadores fue realmente sorprendente: cientos de genes se han transferido de bacterias, arqueas, hongos, otros microorganismos y plantas a los animales. De hecho, en el ser humano se ha encontrado un total de 145 genes “extranjeros” que parecen haber saltado a nuestro genoma desde organismos más simples.
El método que han utilizado los microorganismos para transferir parte de su material genético a los animales es la denominada transferencia genética horizontal, una técnica muy usada por las bacterias para adquirir la tan famosa resistencia a los antibióticos y que está desquiciando a los médicos a la hora de tratar las infecciones resistentes.
“Creo que lo que esto demuestra es que la transferencia horizontal de los genes no se limita sólo a los microorganismos, sino que ha jugado un papel en la evolución de muchos animales, quizás incluso de todos los animales”, explica el biólogo Alastair Crisp de la Universidad de Cambridge de Reino Unido, uno de los autores del estudio.
La evolución, más compleja de lo que creíamos
En definitiva, la típica imagen que tenemos en mente de la evolución bastante lineal que se ramifica como si de ramas de un árbol se tratara podría ser en parte errónea al ser más compleja de lo que creíamos en un principio.
“Esto significa que el árbol de la vida no es el árbol estereotipado con linajes perfectamente ramificados. En realidad, es más como uno de esos higos estranguladores amazónicos donde las raíces están enredadas y cruzan de un lado a otro”, comenta Crisp.
Cabe destacar que el estudio no aclara en qué momento ocurrió esta transferencia genética, por lo que se necesitará analizar más detenidamente este nuevo tipo de herencia que supone una auténtica revolución a la hora de abordar la evolución de las especies.
Fuente: Universidad de Cambridge