Parece una tontería, pero os sorprendería saber lo sutiles que son algunos factores de apariencia, forma de hablar o gesticular, que consiguen hacer que seamos más o menos aceptados por los demás, o que confíen en nosotros. Hoy añadiremos un factor a esa desconfianza en los extraños: Un nombre difícil de pronunciar.
Un nombre difícil te hará menos confiable
Según aseguran los investigadores de la Universidad de California, la gente es menos propensa a creer afirmaciones hechas por gente desconocida si estos tienen nombres difíciles de pronunciar. Además, un estudio anterior ya había detectado justo la parte opuesta: Si tienes un nombre fácil de pronunciar, serás percibido como más simpático o tendrás más éxito.
Para algunos puede parecer triste, pero la realidad es que somos así. Prejuzgamos rápidamente a otras personas solo por su apariencia o acento, y por lo visto también por sus nombres. Si estos son más simples, los acogemos como más familiares y sentimos menos riesgo con esos extraños según este estudio publicado en PLoS ONE.
Nombres fáciles contra difíciles
Para llegar a tal conclusión, los investigadores crearon parejas ficticias con nombres de diferentes partes del mundo, incluyendo Oriente Medio, Asia y Europa, asegurándose de que uno de los nombres de la pareja era más fácil de pronunciar y el otro más difícil.
Posteriormente examinaron las respuestas de los participantes del estudio delante de estos pares de nombres. En el experimento, los participantes imaginaban que eran turistas buscando a un guia confiable, mientras que en otra prueba se les pidió decidir qué persona les parecía más peligrosa tan solo leyendo su nombre (sin fotos ni otros rasgos, solo nombres).
Según comenta Eryn Newman, becaria postdoctoral del Departamento de Criminología, Derecho y Sociedad de la Universidad de California:
“En cada experimento, los nombres extranjeros fáciles de pronunciar fueron juzgados como más familiares, más fiables y más seguros. Pero lo más sorprendente es que la pronunciación de los nombres tuvo efectos que se extendían más allá, ya que la gente realmente creía que las afirmaciones atribuidas a nombres fáciles de pronunciar tenían más probabilidades de ser ciertas”
La facilidad de la información es la clave
Por otra parte, la Dra. Newman, de la Universidad de California, explica cómo este fenómeno no se limita sólo a nombres de personas:
“Cuando encontramos nueva información, la facilidad para comprenderla juega un papel importante en todo tipo de situaciones. Por ejemplo, la investigación demuestra que la gente piensa que los aditivos alimentarios con nombres más fáciles son más seguros que los que tienen nombres difíciles”
Según comenta la investigadora, el sentimiento de familiaridad envía señales al cerebro asegurando que podemos confiar más, y mandando señales de peligro cuando la información recibida es difícil o poco familiar en este caso.
Nunca dejaremos de sorprendernos con el funcionamiento tan especial (y sutil) que tiene nuestro cerebro.
Vía | Daily Mail.