Creo que este artículo es muy interesante porque enfoca las áreas con las que todos luchamos a lo largo de nuestra vida, aéreas o aspectos que nos llevarían a una vida más feliz si los aceptáramos, abrazando la cultura zen oriental que ahora tan de moda esta (y con razón). Muchas veces luchamos contra cosas buscando una solución y pasamos por alto que probablemente la solución sea aceptarlas. Hay ciertas paradojas en la vida que nos ponen en continuo roce, ya que la forma de obtener lo que queremos choca con la idea en si de lo que queremos y esto convierte la vida en algo muy confuso, muchos de nosotros no llegamos nunca a ser conscientes plenamente de ellas y por ello creo interesante echarles un vistazo.
¿Qué es una paradoja?
Una paradoja es una idea extraña o opuesta a lo que por lógica, opinión personal o conocimiento se consideraría correcta. Se da pues una contradicción lógica o una situación que infringe el sentido común.
Las paradojas:
– La llave para el progreso o el éxito es también la llave del fracaso. Siempre hemos oído que el que lucha a pesar de los inconvenientes y no se rinde es el que consigue lo que quiere, pero a su vez, el que siempre intenta la misma estrategia una y otra vez está abocado al fracaso. Es decir perseverar es la clave para el éxito pero a su vez puede desembocar en el fracaso. Es muy difícil saber cuándo es el momento de rendirse y cuándo es el momento de seguir intentándolo a pesar de que algo no funcione. Además para los humanos si algo nos parece correcto tenemos una inercia para seguir repitiéndolo aunque no funcione, por naturaleza, pues nuestro conocimiento nos dice que es lo que hay que hacer, aunque los resultados lo contradigan. Yo personalmente creo que una opción es seguir con el mismo camino pero modificar ligeramente la estrategia. Es clave saber cuando se es perseverante (se tiene una voluntad fuerte) o cuando uno está siendo obstinado (hay un rechazo al cambio). Aún así es extremadamente difícil saber cuándo rendirse o saber cuándo seguir luchando a pesar de los golpes que nos den, es uno de los misterios de la vida, perseverar o innovar, tal vez lo ideal sea una combinación, pero como todo en la vida no tiene una respuesta fácil, en ocasiones el triunfador es el que lucho contra la adversidad una y otra vez repitiendo la misma conducta hasta que resultó y en otras ocasiones el que triunfa es aquel que supo abandonarlo todo, desistir a tiempo antes de verse arrastrado (e iniciar otra idea totalmente diferente en el momento oportuno).
– El camino a la libertad es el autocontrol. Ello no quita que las barreras que más nos limitan sean las autoimpuestas. Pero no olvidemos que alguien que sigue sus impulsos y sus tendencias compulsivas o se guía por ideas obsesivas tampoco es libre ya que no tiene control sobre ellas y acaba haciendo cosas de las que se arrepiente. Debemos entender la mente como un coche, debes saber controlarlo antes de poder decidir a donde quieres que te lleve. La libertad no es hacer cualquier cosa en cualquier momento, es poder ser libres de elegir aquellas conductas que sean las que deseamos para conseguir lo que queremos (sea lo que sea). Ser libre también es poder decidir no hacer algo que queremos por ser perjudicial, o por a la larga no beneficiarnos. Ser libre es decidir, y no siempre hacer sin más.
– Cuanto más miramos, estudiamos o contemplamos algo más difícil y complejo se vuelve. El conocimiento absoluto no existe como tal, pues cuanto más sabemos de un tema más capacidad de conocimiento abarcamos sobre el mismo. Si prestamos atención siempre podemos descubrir más sobre un objeto, persona o concepto. El conocimiento abre las puertas a más conocimiento.
– Para vivir al máximo debemos estar dispuestos a morir. Se disfruta más de la vida cuanto más cómodo se está con la idea de morir. Temer la muerte es temer algo que no podemos controlar, una realidad que permite que la vida sea más intensa y se pueda dividir en etapas que planeamos. Pero es peor ignorar la muerte que temerla, ya que ignorarla implica no valorar el tiempo que tenemos, no apreciar ni sacar el máximo potencial de lo que nos rodea, pues lo damos por garantizado al no contemplar que se acabará. Solo el que abraza el concepto de la muerte puede vivir su completo potencial, pues es aquel que mejor apreciará lo que tiene y más provecho sacará del tiempo que se le ha dado. Y esto no quiere decir que tengamos que convertirnos en personas importantes y multimillonarias, pues para cada uno el propósito en su vida es diferente, formar una familia, o simplemente disfrutar de las pequeñas cosas de la vida, los atardeceres, la primavera, la nieve, pero sin aprehensión al futuro.
– Cuanto menos tenemos más ricos somos. Cuanto más buscamos la tranquilidad y el confort de las posesiones materiales menos lo buscamos en nuestro interior, y más atados y dependientes a ellas nos convertimos, el que es rico de verdad es el que posee una riqueza que nadie le puede quitar, la riqueza que existe dentro de uno mismo, la riqueza abstracta (como el amor, la sabiduría, el conocimiento, el respeto, la felicidad) que es ilimitada y que muchas veces es más difícil de conseguir pero que proporciona una felicidad mayor. El problema es que el no tener esta felicidad interior nos crea una inseguridad que suplimos con la reaseguracion de bienes materiales, cosas externas que nos hacen sentir a salvo y seguros, aparentemente felices.
– El mayor conocimiento es aceptar el desconocimiento. Hay que en cierta manera tolerar la incertidumbre pues es el paso previo al cambio, y este el motor de la vida. Mucha gente en lugar de posesiones materiales se aferra a la necesidad de conocimiento para que le aporte seguridad, pero esto muchas veces impide ver lo que hay detrás. Las ideas que realmente permanecen son aquellas que conciernen a la propia evolución de las cosas, de la naturaleza cambiante del universo. Está claro que el conocimiento es algo importante pero si te aferras a vivir para él en realidad te va a frenar pues las cosas cambian constantemente y el conocimiento que adquieras quedará obsoleto. Es cuando dejamos ir la necesidad de entender que podemos en cierta manera empezar a tocar la verdad en sí.
– Cuanto más intentas forzar algo, peor va. Esto se aplica sobre todo a las relaciones sociales, cuanto más te esfuerzas y trabajas por algo, más forzado y antinatural queda y puede incluso llegar a provocar el efecto contrario. A veces desear fuertemente contacto social produce paradójicamente rechazo. Funciona también con la inteligencia, cuanto más listo quieres ser, menos acabas siéndolo, ya que el aprendizaje verdadero requiere que nos desprendamos de esa necesidad de aparentar que ya lo sabemos todo. Intentar algo implica de por sí una lucha por conseguirlo, en su lugar debemos asumir que podemos y lo conseguiremos (no que lo intentaremos).
Como veis la vida es rara, pero ello la hace más bella, muchas veces basta simplemente con aceptar las cosas como vienen y no luchar contra ellas aunque nuestra cabeza nos diga lo contrario, la vida esta llena de contradicciones y no podemos sino vivir con ellas.
Fuente: Elephant.
Imagen: Flickr.