Seguro que alguna vez habéis oído hablar de los diferentes tipos de dieta según el grupo sanguíneo al que pertenezcas (A, B, AB, O …). Personalmente no se si esto es cierto o no (aunque lo dudo mucho), pero algún día le preguntaremos a nuestro compañero Cristian para que nos saque de dudas al respecto. De momento lo que sí podemos afirmar, gracias a un estudio llevado a cabo con más de 80.000 personas (ahí es nada), que el grupo sanguíneo influye en el riesgo de tener o no una enfermedad cardiovascular.
Según este gran estudio, publicado en la revista de la Asociación Americana del Corazón Arteriosclerosis, Thrombosis and Vascular Biology, las personas que pertenecen a los grupos sanguíneos A, B o AB tienen un mayor riesgo de enfermedad cardíaca comparado con el grupo sanguíneo de tipo O (que son alrededor del 43% de la población de EE.UU.):
- La gente que pertenece al grupo AB (alrededor de un 7% en EE.UU.) tiene un riesgo añadido del 23%.
- La gente que pertenece al grupo B tiene un riesgo añadido del 11%.
- La gente que pertenece al grupo A tiene un riesgo añadido del 5%.
Seguramente alguien se preguntará, ¿si no puedo cambiar mi tipo de sangre, de que me sirve saber esto? Bueno, esta pregunta también se la hizo el autor principal del estudio Lu Qi, profesor asistente en el Departamento de Nutrición de la Escuela de Harvard de Salud Pública, y esta fue su respuesta:
“Aunque la gente no puede cambiar su tipo de sangre, nuestros resultados pueden ayudar a los médicos a entender mejor quién está en riesgo de desarrollar enfermedades del corazón. Es bueno saber su tipo de sangre de la misma manera que usted debe saber su colesterol o cifras de presión arterial. Si usted sabe que está en mayor riesgo, puede reducir el riesgo mediante la adopción de un estilo de vida saludable, como que comer, no fumar o hacer ejercicio”
Como ha comentado al principio, el estudio se ha basado en un análisis de muchísimos participantes. Concretamente han sido dos grandes grupos de estudio en Estados Unidos: por una parte 62.073 mujeres del Estudio de Salud de las Enfermeras y 27.428 adultos pertenecientes a un grupo de profesionales sanitarios. Los participantes tenían entre 30 y 75 años y los análisis fueron seguidos durante 20 años o más.
Aparte del grupo sanguíneo, este estudio tuvo en cuenta la dieta, la edad, el Índice de Masa Corporal (IMC), el sexo, la raza, el posible tabaquismo, la menopausia y la historia médica de cada participante. También se tuvo en cuenta que los porcentajes de cada tipo de sangre (A, B, AB y O) reflejaban correctamente los porcentajes observados en la población general. Es decir, no había más participantes con un tipo de sangre u otro, estaban equilibrados.
Eso si, la causa de que poseer un tipo de sangre u otro afecte al riesgo de enfermedad cardíaca es desconocida. Sin embargo, lo que sí se afirma en el estudio es que poseer sangre del tipo A se asocia con un mayor nivel de colesterol en sangre y con un nivel elevado de lipoproteínas de baja densidad, que son las sustancias que provocan la arteriosclerosis y bloquean los vasos sanguíneos. Por otra parte, el tipo AB está vinculado a una mayor inflamación que puede afectar a los vasos sanguíneos. Y, finalmente, poseer tipo O es sinónimo de tener un buen flujo sanguíneo y una coagulación más adecuada.
Así pues, en un primer momento puede que saber esto no nos sirva de mucho, pero con investigaciones futuras podemos acabar sacándole provecho al hecho de conocer que existe otro factor de riesgo de enfermedad cardíaca, ya que evitando estos factores de riesgo podríamos disminuir la mortalidad, que ya llega a un aterrador 40% del total de muertes en el mundo.
Vía: Medical News Today.