La psicología humana siempre me parecerá algo complejo (aunque Elisabeth, nuestra psicóloga, nos ayuda a entender cada vez mejor muchas de sus peculiaridades). Aún así, me permitiréis meterme un poco en este campo y haceros pensar en la siguiente pregunta: ¿Cuanto es un salario aceptable? Lo primero que pensaréis será “Aquel que da lo suficiente para vivir y poder ir desahogado”. Pero eso es lo que dice la lógica, y nuestra mente suele ser lógica en ocasiones contadas.
Si no cobras más que tu vecino, no estarás contento
Seguramente algun@s estaréis en desacuerdo con tal afirmación, pero según una investigación llevada a cabo por el científico cognitivo Paul Bloom, de la Universidad de Yale, el salario de una persona solo se percibe como aceptable siempre y cuando sea superior al de su vecino.
En una charla que dio el propio Bloom el pasado 11 de marzo, dejó claro que el ser humano solo es feliz si tiene más que los otros. Concebimos que ser mejor que es bueno. Esto viene a decir que si tuviéramos un salario astronómico, si nuestro entorno es superior, no estaríamos contentos con ello por mucho que nos sobrara para vivir y más. Curioso, ¿verdad?
Tenemos demasiada sensibilidad a “ser menos“
En su experimento, los investigadores de Yale dejaron a parejas de niños de 4 a 7 años elegir entre dos opciones:
- Ambos niños podrían obtener muchas fichas de poker que podrían canjear posteriormente por juguetes (la opción justa).
- Uno de los niños obtendría menos fichas que en el ejemplo anterior, pero el otro niño obtendría aún menos fichas (la opción de ventaja relativa).
¿Con que opción creéis que se quedaban mayoritariamente los niños? Exacto, los niños preferían obtener menos fichas, siempre y cuando su compañero obtuviera menos fichas aún que ellos. Ya desde pequeños nos comportamos así, visto lo visto.
“Ellos no se preocupan por si es justo o no, buscan la ventaja relativa, tener más”
Como ejemplo, también tenemos a los primates más próximos a nosotros evolutivamente: Los monos capuchinos. En el siguiente vídeo podemos ver como se conforman al recibir pepinos como golosinas, hasta que se dan cuenta de que sus compañeros reciben uvas. Esto no parece sentarles bien, e incluso llegan a lanzar el pepino al experimentador (qué mala leche):
La cultura y la sociedad contienen este comportamiento
Bloom y sus colegas repitieron el experimento con niños de más edad. A partir de los 8 años, los niños empezaban a elegir la opción más razonable (mismas fichas para ambos), e incluso con 9 o 10 años tomaban decisiones altruistas, como recibir menos fichas con el fin de dar más al compañero. Bloom cree que esto se debe a la educación, y que por supuesto no es un cambio innato:
“Han sido educados, culturizados. Han llenado sus cabezas de virtudes que podríamos afirmar que forman parte de una sociedad”
Pero si os fijáis, como también comenta el propio Bloom, ya de adultos estamos influenciados por estos sesgos naturales y trabajamos duro para subvertirnos a ellos: Buscamos ser más, buscamos la ventaja relativa, y eso es puro instinto.