Ser médico no es fácil, por mucho que algunos se empeñen en llamarlos privilegiados (aunque en España discrepo muchísimo de ese adjetivo). Las funciones de un médico son muy complicadas, tanto a nivel ético y moral como a nivel de conocimientos necesarios para llevar a cabo su trabajo.
Actualmente estoy en prácticas de oncología. Podría ser una especialidad más: enfermos ingresados, médicos que pasan la visita de cada día, enfermeras que los curan o les van cambiando los diferentes fármacos, etc.; pero personalmente creo que no es una más, ni de lejos.
Por desgracia en medicina muchos se centran en el conocimiento, en saber mas y mas, y saberlo lo mejor posible, ser un experto en el tema vaya, pero esto solo puede servir en definitiva para ser un sabio en cardiología, en neurología, en oftalmología o en cualquier especialidad que se nos pueda ocurrir. Se puede ser un sabio y un experto, pero no por serlo ayudará a ser mejor médico.
Para ser un buen médico es necesario ostentar una buena combinación entre ética y conocimiento, es decir, saber aplicar bien todo lo que sabes (10 años entre carrera y MIR no es ninguna broma) y, además, saber tener la empatía necesaria con cada uno de los pacientes, y saber comunicarles las cosas en su debido momento y de forma entendible (aquí muchos pecan de usar demasiadas palabras extrañas y técnicas que solo entenderían médicos y estudiantes, pero no pacientes de la calle).
En oncología, donde me centraré hoy, esto cambia radicalmente. Aquí he podido ver como tienen un gran concepto de la ética médica y de cómo se debe llevar correctamente una relación médico-paciente, como das la información necesaria y en el momento adecuado, sin agobiar, y haciéndose entendible y comprensible.
Una de las cosas que siempre me sorprendía en las prácticas era la forma de entrar a la habitación de cualquier médico, llevando un plan de “voy a pasar rápido y me voy”. Un oncólogo no hace esto (al menos los que he tenido la suerte de conocer), aquí se preocupan sobremanera por los pacientes, se interesan por cómo ha ido su día, y luego ya entran a ver qué tal van de su enfermedad en particular. Y lo que más me sorprendió, aunque parezca una tontería, es cuando salimos de cada habitación y siempre dicen “¿alguna duda o pregunta?”. Es una cosa simple, pero que prácticamente nadie hace, y que sirve de mucho para relajar al paciente al que acabas de visitar.
Es una especialidad dura. El cáncer es una de las mayores causas de mortalidad actualmente y del cual no se conoce una cura como tal. Hay ciertos tumores que con cirugía, quimioterapia o radioterapia se curan, pero no todos tienen esa suerte. Es más, de momento llevo a varios pacientes que no han tenido ni esa mínima suerte de aguantar unos meses más con una buena calidad de vida, pues ya no se encuentran entre nosotros.
Un paciente de cualquier especialidad puede evolucionar bien o mal, pero en oncología la mitad ya se sabe como acabará (si un tumor esta muy avanzado, suele ser de mal pronóstico), aunque siempre hay sitio para la suerte y esperanza, pues las estadísticas no lo dicen todo.
Como conclusión me gustaría añadir que, dentro de la elevada mortalidad y lo duro que es ver a las respectivas familias aguantar y procesar las malas noticias, personalmente me parece una especialidad preciosa, donde aparte de aprender cómo trabaja un médico, aprendes sobretodo como ser una gran persona.