Aunque en un principio el cerebro no sería el primer lugar en el que pensaríamos para tratar la obesidad, tiene bastante sentido, ya que controlado los estímulos que nos incitan a consumir alimentos podríamos reducir la necesidad de la ingesta y sobre todo los atracones mediante una estimulación específica en el centro de los impulsos cerebrales. Al menos eso han intentado conseguir en la investigación de la que hablaremos hoy.
Para ser concretos, el método utilizado por los investigadores de la Universidad de Pennsylvania era la estimulación central profunda (DBS en sus siglas en inglés), que consiste en la implantación de un dispositivo que produce estímulos eléctricos a objetivos determinados dentro del mismo cerebro, intentando así reducir los atracones y otras conductas alimentarias relacionadas con la obesidad.
Así nos lo explica Casey Halpem, autor principal del estudio y residente de neurocirugía de la Escuela Perelman de Medicina de la Universidad de Pennsylvania:
“Una vez replicados los ensayos clínicos en humanos, la DBS podría convertirse pronto en un tratamiento para los pacientes que sufren obesidad gracias a la amplia base establecida en otras áreas de la enfermedad”
Por otra parte, Tracy Bale, profesor de neurología de la Escuela de Medicina de la Universidad de Pennsylvania, comenta que en un principio la idea parecía bastante inverosímil pues el hecho de tratar la obesidad directamente desde el cerebro mediante un implante sonaba descabellado, pero poco a poco ha ido tomando forma.
Para iniciar sus pruebas se centraron en una parte determinada del cerebro, el núcleo accumbens, una pequeña estructura responsable del circuito de la recompensa del cerebro, la cual también juega un gran papel en las conductas adictivas (como el trastorno por atracón). Así lo comenta Bale:
“Las razones que llevan a la gente a comer en exceso son parte del sistema de recompensa. Así, por ejemplo, si alguien está bajo mucho estrés o ha tenido un mal día, podría recompensarse a sí mismo con comida. Los atracones son un fuerte componente vinculado a la obesidad”
Además, los atracones y otras conductas impulsivas relacionadas con la obesidad también se han relacionado con la famosa dopamina, hormona responsable de la recompensa cerebral. Así pues, durante la investigación, se estimularon los receptores de dopamina de tipo 2 del núcleo accumbens en ratones, a ver que sucedía.
A estos ratones se les dio acceso ilimitado a comida baja en calorías y una hora al día de acceso a comida alta en grasas. En este sentido los humanos somos similares a los ratones: a ambos nos encantan las comidas con elevada cantidad de grasa.
Como ya imaginaréis, los ratones se dieron cuenta de como funcionaba el plan y cada vez que podían se hartaban a comer comida grasa. Pero después, al someterse a la estimulación cerebral profunda, los ratones comieron una cantidad significativamente menor de comida grasa, en comparación a otros ratones que no recibieron dicho tratamiento.
Después de varios días de estimulación constante, los dispositivos se apagaron, y los ratones volvieron a su comportamiento a base de atracones. En el caso de los humanos estos dispositivos deberían estar encendidos constantemente para tratar la obesidad, y se ajustarían según el tipo de individuo. Según el profesor Bale, sería una alternativa a la actual cirugía bariátrica, y puede que incluso más eficaz que las actuales opciones farmacéuticas.
Finalmente cabe añadir que estos dispositivos cerebrales no son nada nuevo, ni se acaban de descubrir. Actualmente forman parte de tratamientos para el Parkinson o algunos tipos de epilepsia que no responden al tratamiento típico con medicamentos, o para tratar los trastornos obsesivo-compulsivos y algunos tipos de depresiones que tampoco responden bien. Es decir, se usan como última opción, no como algo común, pero se usan.
Vía | LiveScience.